Como se esperaba, los tres asesinos del comunicador Claudio Nasco fueron condenados a treinta años de prisión. Antes de la sentencia, se leyó una carta conmovedora de la madre del comunicador resaltando sus virtudes y diciendo que ellos siempre supieron que Nasco era homosexual y lo aceptaron.
“Para mi Iliam, como yo le decía, resumía todas las cualidades de un hijo perfecto, sin importar su preferencia sexual (porque toda su familia lo sabía), siempre nos dio su amor, dedicación, preocupación, entrega total, tuvo un gran valor familiar”.
Y no lo dudamos, solo que para Nasco existían dos tipos de humanidad. La representada por su familia y la destinada al uso, o marginal, simbolizada por los tres muchachos que lo asesinaron.
Que conste que estoy de acuerdo con la sentencia. Quizás en una Correccional estos muchachos se corrijan, aunque todos sabemos lo que pasa aquí en las cárceles, centros de entrenamiento en criminalidad, donde los prisioneros salen peor que lo que entraron.
Y que conste que no soy homofóbica. De hecho mi hermandad con reconocidos homosexuales y lesbianas me ha costado bastante caro, como el no tan disimulado ostracismo en fiestas familiares donde inseguros y exitosos hombres jóvenes se alarman cuando me ven conversando con alguna de sus mujeres. Es el precio que pagamos quienes no préstamos atención a la orientación sexual de nadie para incluirles en el vasto mundo de nuestros afectos y amistad, a mucha honra.
Empero, lo que faltó en la sentencia fue una amonestación a todos los Nasco, que abundan en el país y que todos conocemos. La realidad es que ese bello hombre se iba a las barriadas marginales a comprar sexo de escolares, aun teniendo una pareja reconocida y estable.
La realidad es que era un enfermo sexual y esa enfermedad conjugada con el poder: “trabajo para alguien con poder” le decía a los muchachos para amenazarlos, lo llevó al abuso, porque ya no se trataba de comprar servicios sexuales sino también de engañar con el pago a tres infelices negros de una barriada de la parte alta.
El abuso de poder en el plano sexual, de hombres con poder, es legendario. Aquí todos conocemos los casos de ministros y ex-ministros, para quienes contratar muchacho/as de pasarela para sus orgías regulares fueron un escándalo, hoy trasmutado en poéticas piruetas de la prosa, y citas de hombres notables, cuyos hechos reniegan del abuso, porque de abuso se trata, de las posiciones de poder, sean estas cuales sean.
Entonces, al leer la sentencia, los jueces debieron hacer una amonestación a esta versión cubana de Wosoloswky, diciendo que de haber sobrevivido el también debió ser juzgado, por corrupción y tráfico de menores.