Editorial

El culpable

El culpable

Desde finales de 2007, cuando se produjo el  crack inmobiliario en Estados Unidos  de América que  degeneró en la peor crisis financiera mundial en más de ochenta años, gobiernos y organismos multilaterales han erogado miles de billones de dólares y euros sin poder contener ese  tsunami económico que se ha llevado por delante a gobiernos,  empresas, bancos, fondos de pensiones y ha provocado estallidos sociales.

La quiebra  a finales de 2008 de Lehman Brother, uno de los más grandes bancos de inversión del mundo, marcó el inicio oficial de  esa gran crisis económica y financiera  que ha tenido también como secuela una gran crisis alimentaria que elevó en más de mil millones el número de hambrientos en el mundo.

En Estados Unidos, millones de familias han perdido sus viviendas a causa del impago  de las riesgosas  hipotecas “subprime”, papeles  hipotecarios que  perdieron gran parte de su valor a causa de  la especulación financiera que durante  años apadrinaron bancos  de inversión y  empresas aseguradoras.

A pesar de los billones y billones  de dólares empleados, emitidos por  el Tesoro Estadounidense en programas de rescate del sector bancario y de la gran industria, la economía americana no ha podido superar su estado recesivo, matizado por  pérdidas,  con el agravante de que   miles de  estadounidenses están a punto de perder  sus inmuebles por no poder pagar las hipotecas.

En Europa, la crisis se llevó por delante a los gobiernos de Grecia, Portugal, España, Francia e Italia, cuyos sucesores no han podido encontrar luz ni siquiera al final del túnel, al punto de que 24 millones de personas perdieron sus empleos y quebraron la mayoría de los fondos de pensiones, lo que se traduce en generalizado estado de miseria y desesperanza.

El Banco Europeo  y el Fondo Monetario Internacional han inyectado también  trillones de euros en el intento de  rescatar a  maltrechos  sistemas  financieros, sin poder  lograr que la deuda  soberana  de las mentadas economías de la periferia  europea superen la condición de bonos basura, lo que perjudica seriamente a la banca francesa y alemana, principales acreedores europeos.

Lo  cierto es que  después de cinco años  del estallido de la burbuja hipotecaria en Estados Unidos, el mundo no ha logrado  superar la gran crisis, que afecta también a economías emergentes como las de China, la India, Rusia y Brasil,  que ha disminuido su ritmo de crecimiento por el declive en las importaciones  de  bienes y servicios.

La pregunta que ha de repetirse en todos los confines del mundo debe ser: ¿sobre quiénes recae la culpa por  el brote de la peor crisis  económica y financiera en casi un siglo? ¿Acaso el  sistema financiero de Estados Unidos que impuso una economía de casino?  ¿Tal vez el Fondo Monetario con su política restrictiva para garantizar pago de deuda? ¿Quizás la banca mundial en desbordado afán de lucro? La Historia dirá.

El Nacional

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