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El feminicida de Paula

El feminicida de Paula

Susi Pola

Apresado Junior Lazarito Sánchez Martínez, presunto asesino confeso de Paula Santana Escalante y compañero de trabajo de ella al momento de haber sido encontrado su cadáver dentro de una alcantarilla de la empresa donde trabajaban en febrero de 2024.

Señalado como el ejecutor de Paula, de acuerdo a los reportes de la prensa, alega que le dio muerte porque “salían en relación amorosa que él quiso cortar y ella, no”, justificación al horrendo crimen: el cadáver encontrado por los bomberos presentaba signos de violencia, estaba parcialmente desnudo, con guantes desechables en ambas manos, muriendo por asfixia por estrangulación previa agresión sexual.

Un escenario que muestra la cuidadosa preparación del crimen y la pregunta obligada acerca del perfil del feminicida que, invariablemente culpa a la víctima ausente para defenderse, con alegatos que aluden a la posesión enfermiza y desmedida, rasgo machista de justificación que representa la realidad del sexismo controlador: “mía o de nadie”, vista en pura proyección sicológica.

El feminicidio es la más extrema de las violencias contra las mujeres que mata, solo por ser mujeres y quien ejecuta así, no solo comete un acto de desprecio y odio, sino también, lo hace por su deseo de control y dominación y, aunque no exista un único perfil feminicida, las características propias de patrones de masculinidad violenta, son comunes.

La percepción distorsionada de las relaciones de género, considerando que las mujeres somos objetos de posesión y con libertad restringida, fundamenta una masculinidad deformada de baja autoestima, inseguridad y con el descontrol de los impulsos que esto genera frente a una mujer con metas claras, como parecía ser Paula.

Reconocer potencialmente a los masculinos agresores en cualquier espacio, no solo el de pareja, puede salvar vidas y es la mejor forma de prevenir para todas las personas, las potenciales víctimas y también, los mismos posibles victimarios que se reconozcan, y el entorno.

Hay señales inequívocas: cualquier comportamiento obsesivo y de celos extremos, así como de posesividad y control al punto de creerse dueño de esa mujer, “solo porque me gusta”; actitudes misóginas en el propio discurso de desprecio y burla a las opiniones de las mujeres en general y en particular, pueden advertir; y los insultos, amenazas, intimidación, etc., indican peligro.

¡Ojalá pudiéramos entender que tenemos que cambiar las prácticas culturales y educáramos para ello! Las niñas, sabiendo que no debemos depender de nadie, los niños, que no son dueños más que de si mismos, y todas las personas, respetándonos unas a las otras.