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El gran varón

El gran varón

Epidemiólogo Ernesto Guerrero

Si su hijo de 5, 7 o 10 años le dice que quiere vestirse de princesa, o más impactante aun lo encuentra manoseando las partes íntimas de un amiguito  o una amiguita. Antes de entrar en pánico, pregúntele por qué quieren hacer eso, y busque un espacio y momento relajado para discutir la respuesta. Sin castigos ni reprimendas, explicarles que lo primero es el respeto a las partes íntimas. 

Para algunos infantes, aspirar a ser princesas en una corte, tiene más sentido que tener un revolver o ametralladora para pelear en la guerra. De niños muchos de nosotros, hurgamos en los armarios (así le decíamos al closet) para probar los maquillajes, trajes o tacones de la madre. A esa edad el niño es curioso, y esto no necesariamente determina su futura preferencia sexual.

En hogares con un padre severo (las madres son más fraternas) de inmediato tratará de imponer su autoridad machista, amenazando con pelas y castigos y dirá.  —En la vida no se puede hacer lo que uno quiera, solo hay varón y hembra y hay que seguir estrictamente estas reglas—.

Si el niño persiste con un comportamiento de hablar, caminar y socializar diferente a su sexo biológico, vendrán entonces las humillaciones en la escuela (mujercita, marimacho, etc.)  palizas frecuentes en el hogar, donde también serán marginados, escondiéndolos, ante la sociedad para que no los culpe del “fracaso”.

Cuando llegan a la adolescencia, muchos son sometidos a las llamadas “terapias de conversión”; Rezos, exorcismos, humillaciones, visita al psiquiatra (electroshocks). Cuando estas terapias fracasan, los expulsan del hogar o los obligan a casarse. 

Todo este sufrimiento al que sometemos a un segmento importante de la sociedad, tiene origen en mitos: La homosexualidad es una enfermedad (falso); los gay son pecadores (quien soy yo para juzgarlos); son anormales y cobardes (la historia está llena de grandes guerreros y genios en todas las ciencias que fueron homosexuales; son promiscuos y pedófilos, aunque no hay ningún estudio que evidencie diferencias con los heterosexuales.

Ser homo o heterosexual no es una elección de los humanos, tampoco algo que puede ser aprendido en las escuelas. Es un comportamiento que se presenta en todas las especies que habitan el planeta. No se puede corregir la naturaleza, pregunten a Simón, el gran varón.