Opinión

El juicio a Jesús

El juicio a Jesús

José Antonio Torres

Un artículo publicado en la red por Antonio Miguel Jiménez analiza desde la perspectiva del derecho romana si Jesús fue condenado atendiendo al debido proceso y respetando sus derechos.
Pero, ¿qué se puede decir sobre el proceso a Jesús de Nazaret? No cabe duda de que las fuentes principales son los textos evangélicos y, de entre estos, especialmente el de san Juan, que es el que más detalles da del proceso y quien, además, supuestamente estuvo presente a los pies de la cruz en el último momento, lo que podría significar que pudo haber presenciado también, con el debido disimulo, el resto del juicio.

Y como fuentes secundarias, aunque no menos importantes, destacan los historiadores contemporáneos o inmediatamente posteriores al suceso, como Flavio Josefo, Tácito o Plinio el Joven, además de los hallazgos arqueológicos y epigráficos y documentos sobre las leyes judías y el derecho procesal y penal romano.

El proceso a Jesús, llamado el Nazareno por proceder de este pequeño pueblo galileo, tuvo lugar el día 13 del mes de Nisán del año 3790 del calendario hebreo, en algún momento del reinado del emperador Tiberio, posiblemente en torno al 32 y el 34 después de Cristo.

Pero aún siendo el juicio que más ha trascendido e influido en la historia, curiosamente no contamos con exceso de datos sobre el mismo.

Así, el historiador romano Tácito señalaba en su obra Annales que “el tal Cristo” había sido ajusticiado por orden de Poncio Pilato (Ann. 15, 44), nombre este último que aparece junto al del emperador Tiberio en una inscripción hallada en las excavaciones arqueológicas de Cesarea Marítima (hoy capital de Israel), y en efecto, Tácito no se equivocaba.

Como relatan los evangelios, Jesús no fue condenado por Pilato, sino ajusticiado por este, ya que la condena por “blasfemo” había tenido lugar en dos irregulares juicios, el primero en casa del que fuera sumo sacerdote, Hanán (Anás en griego), y del entonces sumo sacerdote del Templo, Yosef Qayyafá (Caifás).

En este último juicio se le encontró culpable de blasfemia y se decidió condenarlo a muerte.
Puede decirse que el proceso a Jesús de Nazaret, tanto en la vertiente judía como en la romana, tuvo numerosas irregularidades que no dejaron de apuntar en la misma dirección: la ignominia y la humillación del reo.

El Nacional

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