Editorial

El lobo

El lobo

La crónica de Prensa Asociada es dramática y elocuente al revelar que seis de  las 17 economías de la eurozona están en recesión, la estadounidense está nuevamente contra las cuerdas y las emergentes de China, India y Brasil se desinflan, sombrío panorama mundial del que “no hay forma de escapar”.

El fenómeno de la globalización propaga  la crisis como cólera en aguas contaminadas, porque la crisis  europea impacta en Oriente que a su vez adquiere menos materias primas en países emergentes que por esa causa  se convierten en presas de la desaceleración económica, razón por la cual el Fondo Monetario redujo las perspectivas de crecimiento de la  economía mundial.

A ese sombrío panorama de la economía mundial, como lo describe la agencia AP, se agrega el grave  síntoma de inestabilidad política y social que  provoca en países bajo contagio como el caso de España y ya antes en Grecia, Portugal e Italia, donde se produjeron cambios de gobiernos o manifestaciones estruendosas.

Felipe González, antiguo presidente del Gobierno español,  ha advertido que  La Moncloa está obligada  a convocar a un gran acuerdo nacional para afrontar la gravísima crisis financiera, tras acusar  al Gobierno de Mariano Rajoy de permitir la intervención financiera  en España  a cambio de una “línea de crédito de 30 mil millones de euros”.

A menos de un mes de la juramentación del  presidente Danilo Medina, resulta imperativo que  próximas autoridades, empresariado,  clase política y mentada sociedad civil reflexionen sobre cómo  prevenir que  el terrible huracán de la crisis financiera mundial vuelque  la economía nacional  por el pantano de la recesión.

Todos los intervinientes  deberían estar advertidos de que  no hay espacio para errores ni componente al momento de  discutir o reflexionar sobre el rumbo  a tomar en el  ámbito de  la política fiscal   porque si por conveniencia corporativa o política se permite que  la economía ingrese en un periodo recesivo, sería muy difícil retornarla al crecimiento en  corto plazo.

Que no se hable de aumentar impuestos, pero tampoco de ampliar bases impositivas que serían como  fósforo sobre  gasolina, en términos de detonantes inflacionarios con efectos devastadores sobre clase media y  el empleo.

Ojalá que cuando se hable de reducir gastos no se afecte la inversión pública y cuando se mencione  el déficit  fiscal se incluya también la relación entre  estimado de ingresos e ingreso real y que  de una vez y por toda se entienda que la receta española es tóxica y recesiva por lo que no debería ser replicada  en una economía como la dominicana que se ha mantenido  en el carril del crecimiento. Esta vez  hay que darle crédito a la versión de que  por ahí  viene el lobo.                    

El Nacional

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