De salud y otras cosas

El medico va en declive

El medico va en declive

El salto del aula al hospital es traumático; nunca han visto una radiografía del tórax o explorado la intimidad del cuerpo de alguien que sufre.

 II

En el pasado, estudiar medicina era una vocación, una misión. Los estudiantes se formaban en los pasillos de los hospitales, aprendiendo directamente de los pacientes, de los profesores y de los desafíos reales de la práctica médica.

No había glamour, no había espectáculo.  

Hubo trabajo duro, noches sin dormir, turnos agotadores y una satisfacción genuina por salvar una vida o por hacer un diagnóstico difícil.

 Hoy ese escenario ha cambiado y no para mejor. Actualmente, la  carrera de medicina  se  ha reducido en un espectáculo teatral, donde las apariencias y las ceremonias superan la esencia de la profesión.

El primer cambio visible es la ceremonia de la bata blanca, que transforma un sencillo acto de iniciación del curso en un evento digno de una ceremonia de premios de HOLLYWOOD.

Los estudiantes antes de tocar a un paciente real, se ponen batas blancas inmaculadas en medio de apasionados discursos y producciones profesionales de fotografías y videos.

La bata y el estetoscopio transformo el acto en una producción mercadológica con trofeos y status.

En los años de formación la superficialidad continúa. En lugar de ver pacientes reales las lecciones se reciben con maniquíes y simuladores.

No se tiene la vivencia de tocar, palpar, examinar a un ser humano enfermo.

Se está en aire acondicionado en vez de la tensión que se origina en el gran hospital lleno de gente pobre, enferma y desvalida.

Otras veces acuden a unidades hospitalarias periféricas sin el auxilio y la supervisión metodológica de una alma mater con un riguroso programa de estudio.

Consultorios externos abarrotados con 15  20 estudiantes donde nadie le interesa escuchar el historial clínico del paciente.

En la rutina, se solicitan decenas de exámenes sin saber realmente de que se queja el paciente.Las palabras semiología, propedéutica, anamnesis complementadas con un riguroso examen físico son espacios que quedan en el aire.

La programación de las fiestas de mediados de curso es estrictamente pautada y a veces, sustituyen, sobre todo los fines de semana a las labores formales.

Muchos dicentes aprenden a “diagnosticar y a recetar” antes del fino ejercicio  de hurgar en la sindromologia. Lo más dramático es el arte de interrogar a un enfermo; enamorarlo; cautivarlo, ganárselo afectivamente.

Estamos bajo el influjo de la más sofisticada tecnología, en donde existe una lucha entre la Inteligencia Artificial y la real que es la que es imprescindible en los procesos de formación.

El salto del aula al hospital es traumático; nunca han visto una radiografía del tórax o explorado la intimidad del cuerpo de alguien que sufre.

Fuente: Dr. PHILIP PROHASKA. Médico infectologo Brasileño.