La avaricia, la ambición de poder y el orgullo son los peores enemigos del Gobernante”, Conferencia del Episcopado Dominicano.
La operación de fuga de dos pilotos franceses procesados por tráfico de drogas solo es la punta del iceberg de un país convertido a nivel institucional en el paraíso terrenal de lo mal hecho, como resultado del modelo fracasado del PLD, cuya característica principal ha sido aferrarse al poder para preservar su inexplicable riqueza y a sus miembros fuera de las manos de la justicia.
La debilidad institucional es un hecho. La OISOE, corazón de la corrupción de los gobiernos del PLD, se suma a una larga lista de hechos que dan cuenta del retroceso que hemos vivido en los últimos años.
Por citar uno, el control absoluto de todos los poderes del Estado, especialmente el de la Justicia, cuya transparencia y balance han brillado por su ausencia, solo confirmado con el hecho de que el gobierno no puede exhibir una sola sanción judicial a los casos de corrupción del pasado y del presente. La falta de un sistema de consecuencias ha permitido que los funcionarios no declaren sus bienes, ni al entrar ni al salir. También ha posibilitado que la Constitución se vulnere por el capricho reeleccionista de un grupo, y por sobre todo, ha dado paso a que la corrupción tenga raíces y consuma por ejemplo, el 20% del presupuesto en Obras Públicas, números escandalosos.
No les ha bastado con provocar la metástasis de corrupción en el Estado y secuestrar la justicia. En estas semanas, diversos sectores sociales y civiles, además de políticos como el propio PRM, han intentado protestar de forma pacífica contra la corrupción de la OISOE, lo cual ha sido reprimido por fuerzas policiales por órdenes directas del Ministerio de Interior y Policía, es decir, desde el propio Palacio Nacional, violando, la libertad de expresión consagrada en la Constitución.
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Por eso es tan importante lo que ocurra en mayo próximo. No solo estamos ante unas elecciones generales importantísimas, sino ante la definición del rumbo que tomará la República Dominicana a las puertas de la segunda década de este siglo que avanza de forma vertiginosa hacia la competitividad y desarrollo, mientras nuestro pueblo mira de lejos una realidad que merece y demanda.
Contra el modelo fracasado del PLD, se impone el cambio. El desarrollo, la cobertura de servicios básicos y las oportunidades este pueblo las merece y las tendrá de la mano del cambio y la esperanza, de la mano de Luis Abinader cuando haya pisado Palacio Nacional en agosto de 2016. Lo vamos a lograr.