El licenciado Danilo Medina, al asumir como nuevo inquilino del Palacio Nacional, anunció esta tarde los nombres de los funcionarios integrantes de su gabinete de gobierno, con lo que oficialmente se inicia la cuarta gestión gubernamental del Partido de la Liberación (PLD) y primera con un jefe de Estado de esa organización política que no es el doctor Leonel Fernández, quien ha cumplido tres mandatos presidenciales.
Los actos protocolares de asunción del presidente Medina, a los que asisten jefes de Estado, de Gobierno y delegaciones oficiales de 75 países, convierten literalmente a Santo Domingo en la capital de la democracia política de América, porque aquí se escenifica un traspaso de mando sustentado en los resultados de unas elecciones presidenciales.
La población divide su vasto caudal de interés entre el contenido del discurso pronunciado esta mañana por el presidente Medina tras su juramentación ante la Asamblea Nacional, y el anuncio de los funcionarios designados para ocupar diversos ministerios, porque ambas cosas dicen mucho de hacia dónde se encamina el bisoño gobierno.
El programa de actos relacionados con la toma de posesión estuvo distante de lo fastuoso, señal probable de que el nuevo jefe de Estado haría honor a su promesa de encauzar un gobierno por senderos de moderación y austeridad, como demandan circunstancias caracterizadas por el déficit fiscal o reducción de ingresos.
Algunos de los elegidos para ocupar posiciones relevantes en el tren gubernamental no encantan a la colectividad, pero la mayoría parece encajar con el perfil de gobierno que ha dibujado por adelantado el licenciado Medina, con lo que se cumpliría el dicho aquel de que no son todos los que están ni están todos los que son. El de hoy es un día singular en la historia política e institucional de la República, porque con la juramentación y toma de posesión del nuevo Presidente se consolida aún más un espacio democrático sustentado con costado sangre, sudor y lágrimas de buenos y verdaderos dominicanos.
Al sentarse por primera vez en el solio presidencial, el licenciado Medina apenas ha mudado un primer paso en lo que se anticipa como largo y pedregoso camino hacia el cumplimiento cabal de un compromiso que ha hecho con la población, con la historia y con su propio honor, de gobernar con honradez, prudencia, eficiencia, valentía, sabiduría y apegado a la Constitución de la República. Los ruegos se dirigen al Altísimo para que ilumine al nuevo Presidente Constitucional de la República, que pueda cumplir con su promesa de encabezar un gobierno ético y moral que promueva justicia y equidad, que cumpla y haga cumplir la ley y que sea siempre garante y custodia de un auténtico Estado de derecho.
La Restauración
La empresa política y bélica que concluyó con la Restauración de la República Dominicana, figura como uno de los episodios históricos más trascendentes y emblemáticos de la época independentista de América Latina, porque un pueblo pobre y atrasado pudo derrotar con las armas a un ejército imperial y recuperar la soberanía conculcada.
Es por eso que los dominicanos están compelidos a celebrar con júbilo y orgullo tan excepcional efemérides, de la que hoy se cumplen 149 años, y porque hoy, en vez de una provincia de ultramar, aquí se realiza un traspaso de mando presidencial, señal de emancipación y democracia.
El 16 de agosto de 1863, con la enhiesta del lienzo tricolor, que había sido reemplazado por la bandera de España, se redimió la proclama de que Quisqueya será destruida, pero sierva de nuevo, ¡jamás!. Para gloria de la República, el 3 de agosto de 1865 se emite el Decreto Real Español que anula la anexión que duró cuatro años.
Al recordar con orgullo y gratitud el arrojo, sacrificio y patriotismo de los restauradores, lo menos que se debe proclamar en conmemoración de tan trascendente efemérides es ¡Viva la República Dominicana!
