Decía el presidente de Uganda, Yoweri Museveni, que el mundo está en guerra. Su declaración vale la pena compartirse. Decía:
El mundo se encuentra actualmente en un estado de guerra. Una guerra sin armas y balas. Una guerra sin soldados humanos. Una guerra sin fronteras. Una guerra sin acuerdos de alto al fuego. Una guerra sin una sala de guerra. Una guerra sin zonas sagradas.
El ejército en esta guerra no tiene piedad y sin ninguna bondad humana. Es indiscriminado: no respeta a los niños, a las mujeres ni los lugares de culto. Este ejército no está interesado en botines de guerra. No tiene intención de cambio de régimen. No le preocupan los recursos minerales valiosos debajo de la tierra. Ni siquiera le interesa la hegemonía religiosa, étnica o ideológica. Su ambición no tiene nada que ver con la superioridad racial. Es un ejército invisible, despiadado y despiadadamente efectivo.
Su única agenda es una cosecha de la muerte. Solo se sacia después de convertir el mundo en un gran campo de muerte. Su capacidad para lograr su objetivo no está en duda. Sin máquinas terrestres, anfibias y aéreas, tiene bases en casi todos los países del mundo.Su movimiento no se rige por ninguna convención o protocolo de guerra. En resumen, es una ley en sí misma. Es el coronavirus. También conocido como COVID-19 (porque anunció su presencia e intención destructivas en el año de nuestro Señor 2019)
Afortunadamente, este ejército tiene una debilidad y puede ser derrotado. Solo requiere nuestra acción colectiva, disciplina y paciencia.
El COVID-19 no puede sobrevivir al distanciamiento social y físico. Solo prospera cuando lo enfrenta. Le encanta ser confrontado. Capitula frente al distanciamiento social y físico colectivo. Se inclina ante una buena higiene personal. Es impotente cuando tomas tu destino en tus propias manos, manteniéndolos desinfectados tan a menudo como sea posible.
Este no es un momento para llorar por el pan y la mantequilla como niños mimados. Después de todo, el libro sagrado nos dice que el hombre no vivirá solo de pan. Obedezcamos y sigamos las instrucciones de las autoridades. Aplanemos la curva COVID-19. Ejercitemos la paciencia. Seamos los guardianes de nuestros hermanos. En poco tiempo, recuperaremos nuestra libertad, empresa y socialización «.
En medio de la emergencia, practicamos la urgencia del servicio y la urgencia del amor por los demás.
*Dios nos bendiga a todos.*
Ernesto Pérez