La correcta lectura del momento político se podría definir como la capacidad para percibir adecuadamente las tendencias del proceso político en una coyuntura determinada y propiciar las decisiones convenientes en el marco de una estrategia de poder.
Lo hizo el Partido de la Liberación Dominicana en el proceso eleccionario del 1996 cuando se inclinó por Leonel Fernández frente a Norge Botello y Euclides Gutiérrez. Para la época, Leonel era una figura fresca, no controversial, y lucía totalmente distante del discurso fundamentalista de su partido, que en algún momento había dividido el país político entre corruptos y peledeístas.
Sin embargo, el PLD no hizo la misma lectura cuatro años después cuando el aparato del partido impuso a Danilo Medina frente a Jaime David Fernández, que había demostrado un fuerte arraigo en la sociedad civil y en sectores no peledeístas. Danilo ganó internamente pero sufrió una aplastante derrota en las elecciones del 2000 cuando el PLD quedó por debajo del PRD y el PRSC.
En esa misma coyuntura, el PRD tuvo el acierto de leer correctamente el momento político cuando identificó a Hipólito Mejía como la mejor carta para competir en las elecciones del 2000 y logró hacer oportunamente los arreglos internos para ensamblar una fórmula presidencial ganadora con Milagros Ortiz Bosch como candidata vicepresidencial.
Sin embargo, el PRD se equivocó en el siguiente proceso electoral cuando desperdició la oportunidad de aprovechar su propuesta más competitiva en ese momento, representada por la doctora Ortiz Bosch, que tenía todo el potencial para unificar las diversas corrientes partidarias y sumar el apoyo de sectores políticos, sociales y mediáticos que mostraban un creciente nivel de inconformidad con la gestión y el estilo del presidente Hipólito Mejía, quien debió pagar la factura de la quiebra bancaria y la crisis financiera del 2003 .
Hacia las elecciones del 2012, tanto el PRD como el PLD tuvieron la capacidad de hacer la mejor lectura del momento político. En una coyuntura en que Miguel Vargas mantenía fuertes contradicciones con la dirección y la base del PRD, Hipólito Mejía comenzó a levantarse como el ave Fenix y con un discurso de oposición firme, pero cuidadoso y conciliador hacia adentro, logró convertirse en la gran figura del PRD. Su alianza con Luis Abinader definió la suerte del proceso interno. Lo que pasó después con el uso masivo de los recursos del Estado y algunos errores propios del candidato perredeísta, no le quitan mérito a la decisión del PRD.
Ahora la disyuntiva se plantea en el PRM, donde Luis Abinader despunta con un sólido posicionamiento y la más baja tasa de rechazo entre todos los aspirantes.