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El que administra…

El que administra…

José Pimentel Muñoz

Rafael Peralta Romero, periodista bien formado, integro y de buen perfil -de redacción limpia- ha dado señales recientes de tener lo que la gente común llama “mente obtusa, cerrada”, es decir, aquella que se empecina en un criterio o en una regla sin fundamento y no la cambia por más que le den explicaciones y razones para echarla a un lado o modificarla.

Llegó a la dirección de la Biblioteca Nacional y muy pronto comprobó, en el terreno, las carencias y necesidades menores de ese establecimiento, propiedad del Estado Dominicano y parte de un complejo céntrico.
En vez de presionar por mayores recursos a su ente materna -el Ministerio de Cultura- el novel funcionario vio como alternativa a mano para tratar de acopiar algunos fondos, el revivir una vieja tarifa de cobro -ideada por un inefable antiguo director, pero pocas veces cumplida- a los interesados en celebrar actividades en la biblioteca.

Y fue así como, en noviembre pasado, cuando solicitamos realizar allí la puesta en circulación del libro Memorias de San Cristóbal, nos comunicó por escrito que “el uso de nuestros salones conlleva un aporte del usuario, que en este caso sería de veinticinco mil pesos (RD$25,000). Me complace informarle que he dispuesto la concesión de un descuento para que solo aporte Diez mil pesos (RD$10,000)”.

Las críticas le llovieron por cuanto la biblioteca debe estimular las actividades culturales y no ponerle trabas, mucho menos económicas, pero él prefirió el silencio como respuesta. Finalmente, el acto se efectuó en un recinto privado de la Capital y quedó la mancha sobre Peralta, la biblioteca y el Ministerio de Cultura.

Da señales de mantener una mente obtusa y cerrada porque insiste en ver como procedente ese cobro, en defenderlo y mantenerlo, aunque ha significado que “eso no lo puse yo, lo encontré”.

Ha olvidado lo fundamental: el papel de un buen funcionario cuando llega a un puesto es hacer una revisión general, enmendar y corregir. Y, por supuesto, mantener lo que está bien.

Pero allá él y su superior actual -Milagros Germán, ministra de Cultura- quien no ha abierto la boca en torno a este affaire.

Estoy ansioso esperando que Peralta Romero haga galas de su obstinación y cerrazón pagando a su propia institución, la Biblioteca Nacional, la tarifa que exige por uso de salones. Quizás sea el aporte de lista de RD$25,000.00 o a lo mejor se haga auto descuento y lo deje en solo RD$10,000.00.

Esto así porque ha usado la sala Aída Portalatín, del remozado centro de libros estatal, para presentar el jueves 20 del presente mes su libro “Conciencia peregrina”, colección de 13 cuentos, género al que es aficionado.

Estoy seguro que, testarudo, ha hecho el pago que ha renovado y defendido a rajatablas (incluso que exhibirá orgulloso, para conocimiento general, el recibo correspondiente), a menos que se acoja a la máxima que hizo famosa y siempre pregonaba un destacado político sancristobalense: “el que administra se suministra”.

Por: José Pimentel Muñoz

josepimentelmunoz@hotmail.com

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