Opinión

El Vespertino Matutino

El Vespertino Matutino

Victor Manuel Grimaldi Céspedes

 

Tenía 19 años, y con Tony Raful íbamos a La Voz del Trópico, en la calle Abréu de San Carlos, a realizar las prácticas de reporterismo y redacción. Nuestro propósito era entrenarnos para conseguir un trabajo, eso que hoy se llama un empleo. Siempre ha sido la mayor ilusión de la juventud vivir dignamente de su propio esfuerzo.

En su motor Honda 50 Tony y yo salíamos cada mañana a recoger noticias que luego redactábamos, y agradecíamos la oportunidad de esta práctica a don Joaquín Custals, el propietario de la conocida estación radial ubicada a pocos metros del Teatro San Carlos.

Un día nos colamos en una rueda de prensa del Presidente Joaquín Balaguer en el Palacio Nacional. No requerían carnets, ni cacheaban el cuerpo entonces. Las grabadoras portátiles casi se comían la cara del Presidente que hablaba con los periodistas sin tapujos a la salida de su despacho cuando caminaba en su ruta a la habitual reunión de los miércoles con distintos sectores del país en la Comisión Nacional de Desarrollo.

En estas prácticas periodísticas nos tocó un día cubrir una huelga de los obreros de Metaldom. Era el 13 de junio de 1969. Allí acudimos, y las cancelaciones reportadas podían ser noticia de primera página.

?¿Qué hacemos con esta noticia? Es muy importante ?le dije a Raful.

Entonces recordé a un amigo que cuando terminaba su trabajo que empezaba de madrugada todos los días pasaba a pie después del mediodía por los frentes del balcón de mi casa en la calle Juan Isidro Pérez esquina Palo Hincado, cerca del cuartel de Bomberos. Lo conocía porque era uno de los fundadores de El Nacional de Ahora en 1966, y en dos o tres ocasiones me había publicado cuentos o artículos.

?Radhamés- le dije? en Metaldom ha ocurrido esto y aquello. No he visto periodistas de El Nacional.

?Ven para acá y tráeme esa noticia-, me dijo el Jefe de Redacción del vespertino de la San Martin.

Me senté en la sala de redacción, escribí en una máquina Olimpia de teclas duras con ciertas dificultades, después del cierre de la edición, y Radhamés la leyó pacientemente (yo observaba sus párpados fijos) y cuando terminó me dijo: ‘‘Esto está muy bueno, ¿tú quieres trabajar aquí?’’.

¡Qué pregunta a un joven sin trabajo!

Al otro día, sábado, escribí mi primera crónica sin firma sobre un joven detenido y cubrí por la tarde para la edición del vespertino matutino en los domingos la dispersión policial de los actos conmemorativos del décimo aniversario de la gesta del 14 de junio de 1959.

Entonces tenía tres años la costumbre del Vespertino Matutino que hoy sigue vigente.

Roma, sábado 4 de enero 2014

El Nacional

Es la voz de los que no tienen voz y representa los intereses de aquellos que aportan y trabajan por edificar una gran nación