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En contra de la Policía

En contra de la Policía

Juan Taveras Hernández

Estoy convencido que detrás de la muerte de tres ciudadanos a manos de la Policía tras haber sido apresados hay un plan en contra del actual director, mayor general Eduardo Alberto Then y del plan de reforma que impulsa el presidente Luis Abinader.

Los hechos, con un mismo patrón, no me parecen casuales, ni el atropello a una indefensa en presencia de su hija de cuatro años. Me resultan muy sospechosos, sobre todo sabiendo que, cuando algún grupo dentro de la propia Policía quiere deshacerse de un jefe, le tiran en los pies algunos muertos, atracos, etc., para hacerlo saltar, para que el presidente no tenga más opción que sustituirlo.

Me recordaba Julito Hazim, a propósito de un comentario que hice en la radio sobre el tema, que desde los tiempos de Neit Rafael Nivar Seijas y Enrique Pérez y Pérez, sustituidos tras los abusos realizados por la “Banda Colorá”, a comienzo de la década de 1971, esa práctica se viene produciendo. El principal enemigo de un jefe policial es otro general que aspira al cargo por los cuantiosos beneficios que deja o dejaba.

Casi todos los jefes policiales llegan pobres a la jefatura y salen millonarios, con apartamento de lujo, grandes fincas, villas espectaculares, muchos agentes para su seguridad y la de su familia, incluyendo, por supuesto, la amante.
Desde hace décadas la Policía ha sido un antro. Se producen pocos atracos, crímines, robos, asaltos, drogas, donde no haya un agente involucrado. Es de todos sabido.

La seguridad ciudadana no está garantizada bajo la vigilancia y protección de la institución del orden público. La Policía, lejos de ser parte de la solución, es parte importante del problema. Garantizar la seguridad ciudadana sin producir cambios sustanciales en la Policía, es imposible.

Y el presidente Abinader lo sabe. Tanto lo sabe que ha invertido en la transformación de la Policía que se ha ganado la animadversión de muchos sectores, dentro y fuera de la institución. Los grupos internos acostumbrados al delito, a nutrirse del bajo mundo, no quieren una Policía correcta, garante de la seguridad ciudadana, no quieren una Policía que proteja vidas y propiedades, que sea un verdadero instrumento de paz y concordia.

“El árbol quiere la paz, pero el viento no lo deja”, dice un adagio chino. El presidente Abinader quiere otra Policía, pero sectores dentro y fuera de la propia Policía, no quieren cambios, quieren que siga siendo la misma policía trujillista, vestida de gris, con un Palacio que infunde terror, porque la cultura de que “el civil no es gente, continúa prevaleciendo junto con el ¡tránquelo! que mantienen el Ministerio Público y los jueces.

Creo que hay una trama contra el general Alberto Then y contra las reformas que impone el presidente Luis Abinader.