Opinión

Endecha por el comandante Huber Matos Benítez

Endecha por el comandante Huber Matos Benítez

POR: UBI RIVAS

 

El comandante de Sierra Maestra, Huber Matos Benítez, falleció en Miami, capital del exilio anticastrista, el 27 de febrero último, a los 94 años, y con su desvanecimiento físico, el original recuerdo de la revolución cubana ha perdido a su disidente más luminoso y honrado.

El exilio consecuencia de la oposición al general Fulgencio Batista no solo se concentró en México dirigido por el perdonado intrépido y porfiado entonces jovencísimo Fidel Castro Ruz, sino que en San José de Costa Rica, en l956, por motivos análogos de disidencia con la dictadura batistiana, Huber Matos estableció su cuartel personal, trabando migas con el presidente José Figueres Ferrer, heraldo y bastión de todos los que en esa década terrible l950-l960, se refugiaron en su palio umbrío para escapar los rigores de las tiranías que punteaban al Caribe.

El presidente Figueres proporcionó a Huber Matos un avión con pertrechos, aterrizando subrepticiamente en algún lugar de Sierra Maestra, uniéndose a la primera célula de doce guerrilleros que desembarcaron en el Granma, de los cuales 70 perecieron en la playa de desembarco porque la inteligencia batistiana sabía que venía la expedición y lo que ignoraba era la fecha y el punto exacto de desembarco, idéntico al generalísimo Rafael Leonidas Trujillo con las expediciones libertadoras del l9 de junio de l949 y l9 de junio de l959.

El comandante Huber Matos nació el 26-ll-l9l8 en la aldea de Yara, provincia de Oriente, donde Carlos Manuel de Céspedes pronunció el l0-ll-l868, su famoso grito independentista, y se puede relacionar el lugar de nacimiento de Huber Matos, con la sensación insepulta de redención por relevo del pebetero libertario y el compromiso sagrado que asumiera 60 años después ante el oprobio de la tiranía batistiana.
El l0-0l-l959, Hubert Matos, elevado a la condición de comandante, el más alto rango militar concedido por la revolución cubana, entró triunfante en La Habana en un jeep descapotado, , franqueando a Fidel Castro a su izquierda, y en su derecha, Huber Matos, todos barbudos, treinteañeros, fogueados con tres años de guerra contra la dictadura batistiana, sin presentir Huber Matos que caería en las redes de otra, diferente, con la consigna de la sociedad sin clases y la reinvindicación del proletariado, dos premisas discutibles, aún no convincentemente probadas ni mayoritariamente aprobadas, mientras Camilo Cienfuegos, con un haz luminoso de referencias propias, “pereció en un accidente de avioneta”, que nunca ni se probó y pocos creímos dentro y fuera de Cuba.

En el famoso campamento batistiano de Columbia, hoy Fuerte de la Revolución, el l9-l0-l959, ¡ habían transcurrido apenas nueve meses del ingreso triunfal a La Habana!, el comandante supremo de la revolución, Fidel Castro, ordenó un juicio sumario, militar, con el cero de coeficiente de imparcialidad clásico en los regímenes de politburó, donde el comandante Huber Matos fue condenado con la prisa que impulsa la vendetta de condenar, no de juzgar con criterios básicos, mucho menos pedir “el debido proceso”, fue condenado a 20 años de prisión por “alta traición”, que es el eufemismo estalinista de disentir, y que estructuran los espectros humanos que conforman la demografía de los Gulags, sentencia que Huber Matgos cumplió sin que intermediara un ápice de conmiseración para perdonarle un segundo menos de la condena dictada.

El comandante Huber Matos emprendió el 27 de febrero su última marcha, que inició la primera en Sierra Maestra, luego cuando asaltó y tomó Santiago de Cuba, después en su entrada triunfal a La Habana, esta vez escarpando las regiones ignotas desde donde descienden en la memoria de los hombres, los especimenes porfiados y envarados, para sumergirnos a los sobrevivientes en las reflexiones de sus épicas jornadas.

Eso sí, atisbando en el final de su existencia sin dobleces, el retorno gradual de Cuba al viejo orden, despojado del salvajismo capitalista, racionalizado por los aires que soplan en los nuevos tiempos, donde la economía de mercado y las aspiraciones genuinas de progreso de los hombres se impondrán a todos los diseños extraños que conspiren con esas verdades y requerimientos insepultos.

El Nacional

Es la voz de los que no tienen voz y representa los intereses de aquellos que aportan y trabajan por edificar una gran nación