Mary Leisy Hernandez
Marilei@hotmail.com
Operación sorpresa
Cuando un dominicano vuelve a Dominicana siempre trae consigo un saco de planes, sobre todo si tiene que volver a partír. Quiere disfrutar al máximo cada minuto de su patria y del calor de su gente, pena que no siempre lo logra al máximo.
Me pasó en mi más reciente vuelta a Dominicana donde se puso de manifiesto lo de “El hombre propone y Dios dispone”, cuando un fuerte dolor me hizo correr a una sala de emergencia y de ahí directo a una sala de cirugía para resolver un problema de apendicitis a punto de explotar.
Ante la cirugía de emergencia atrás quedó el almuerzo entre colegas con guandules verdes incluídos. La periodista Cándida Ortega había ofrecido su casa y la fotoreportera Bienvenida Vázquez pondría su rico sazón. También me perdí un compartir con unas íntimas compuebanas y una amena salida que habían organizado en mi honor más de una docena de mis amados sobrinos en la que la única viejeva sería yo.
Lo que no me perdí fue la oportunidad de tener la cercanía y el apoyo de mi gente en un momento tan delicado y difícil. Ya me imagino yo lo sola y triste que me hubiese sentido si esta emergencia se hubiese presentado estando en el Reinado de Bélgica. Allí no es como en Nueva York, donde todos tenemos un primo, un hermano, un tío y muchos amigos.
Allí no hubiese tenido que pedir que agregaran sillas para los visitantes que llenaron la habitación del centro médico donde me recuperaba. Tampoco lo hubiesen permitido. Allá no hubiesen tenido que pedirme mil veces que parara de hablar con los hermanos y amigos que constantemente entraban y salían. Acá hasta los médicos eran parte de los familiares y amigos.
La sala de hospital se convirtió en un lugar de encuentro donde hasta se me olvidó que era una paciente que estuvo en alto riesgo. Así es la vida en Dominicana. Un país tan especial, en el que uno puede lograr sentirse en ánimo hasta cuando esta enfermo o en duelo.