El presidente Danilo Medina declaró en estado de emergencia las provincias de Puerto Plata, La Vega, Espaillat y María Trinidad Sánchez, atribuladas por intensas lluvias que han causado inundaciones, deslizamientos, hundimientos, destrucción de viviendas, de carreteras y puentes, así como miles de damnificados y desplazados.
La medida presidencial permite que instituciones oficiales se liberen de procedimientos para la compra de bienes y servicios que se emplearán en labores de reparación y reconstrucción de infraestructuras viales destruidas o dañadas por las riadas.
El mal tiempo ha causado también daños cuantiosos a la agricultura y la pecuaria en el Cibao, nordeste y Línea Noroeste, por lo que se requiere que las autoridades acudan prontamente en auxilio de productores agropecuarios que han perdido cosechas y crianzas.
El Centro de Operaciones de Emergencias (COE) ha reportado la destrucción de al menos 42 viviendas y daños a otras 1,592, en tanto que 61 poblaciones se mantienen aisladas a causa de las lluvias, deslaves e inundaciones, un cuadro que podría empeorar porque las precipitaciones se prolongarían por las próximas 48 horas.
Se resalta que el ministerio de Obras Publicas ha integrado a más de mil brigadistas en trabajos de reparación de carreteras, caminos y puentes y que otras instituciones oficiales como Defensa Civil e Instituto Nacional de la Vivienda también intervienen para aliviar los daños causados por las precipitaciones.
Aunque de nuevo se pone en relieve la eficiencia del sistema de mitigación de desastres, se requiere que todas las dependencias estatales, incluido Congreso y gobernaciones, participen en las jornadas de auxilio a miles de familias afectadas por el cuadro de emergencia.
En momentos aciagos como los que padecen miles de dominicanos residentes en las zonas afectadas por las intensas precipitaciones, es cuando se requiere del concurso y solidaridad de todos los buenos ciudadanos, compelidos a ayudar al prójimo en todo lo que sea posible.
Se requiere que partidos y la sociedad civil decreten un receso en el áspero debate político y mediático para que toda la atención sea dirigida hacia los miles de dominicanos que hoy padecen los daños causados por un intempestivo resabio de la naturaleza.