Uno de los pilares del actual gobierno ha sido la lucha contra la corrupción y el empeño del presidente Abinader de lograr una ética gubernamental superior que trascienda.
Desde la actual presidencia se ve que hay un esfuerzo permanente y serio en velar porque todo el servidor publico desempeñe sus funciónes comprometidos y apegados a la ética y a la transparencia. La palabra “ética” proviene el griego ethos y significa carácter.
Varios autores coinciden en definirla como la parte de la filosofía que trata de la moral de las obligaciones de los seres humanos, es la que orienta las actuaciones de los hombres y de las mujeres para que, inspirados en cánones morales, alcancen fines elevados y puros.
La ética y la transparencia constituyen deberes centrales en el ejercicio y consolidación de una democracia basada en la ciudadanía y en factores obligatorios para el buen gobierno.
La transparencia facilita la relación entre Estado y sociedad a través de una gestión pública abierta a las opiniones y presiones de la ciudadanía, con respecto a los servicios públicos y las políticas públicas.
Otra ventaja de la transparencia gubernamental es que amplía y hace cotidiana la rendición de cuentas y además de reducir los riesgos de corrupción.
Nuestro pais ha ido dando pasos importantes para ir fortaleciendo la institucionalidad y la rendición de cuentas que van desde la Ley 41-08 de Función Pública, la Ley No. 10-07 que instituye el Sistema Nacional de Control Interno (SCI) y de la Contraloría General de la República (CGR) y el Decreto No. 486-12 de agosto del 2012, que dispone la creación de la Dirección General de Ética e Integridad Gubernamental (DIGEIG).
La Constitución de la República proclamada el 26 de enero de 2010, establece en su artículo 147 que los servicios públicos prestados están destinados a satisfacer las necesidades de interés colectivo y que deben responder a los principios de universalidad, accesibilidad, eficiencia, transparencia, responsabilidad, continuidad, calidad y razonabilidad.
Cuando existe la voluntad de lograr cambios reales en la forma gobernar y administrar, dando el ejemplo de servir y no de servirse, es algo que debemos apoyar y defender a conciencia.
Siempre hemos dicho que cuando la cabeza está sana, el cuerpo tiene esperanza.
La Republica Dominicana se merecía un receteo, un nuevo paradigma de Ética gubernamental, donde se rindan cuentas y haya un verdadero régimen de consecuencias.
Como la ética de Socrates desarrollando la virtud como pilar esencial del obrar correcto.