Opinión

Ética y transparencia

Ética y transparencia

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El profesor Juan Bosch, quien tuvo una conducta ejemplar en toda la trayectoria de su vida, fue un hombre enteramente ético y transparente hasta el último día de su muerte (2001). Lamentablemente, apenas pudo ejercer como presidente constitucional de la República Dominicana por espacio de siete meses, del 27 de febrero hasta el 25 de septiembre.

En consecuencia, no tuvo el tiempo suficiente para poner en práctica los importantes proyectos que, desde la perspectiva del Gobierno, ya había consensuado buscando el despegue uniforme y acelerado de la administración pública en nuestro país.

Ahora bien, lo que sí observaron los diferentes segmentos de la población fue el respeto absoluto a las leyes del país y, en adición, la manera transparente con que se manejaron los recursos del Estado.

Vale destacar que durante su breve mandato, lo conocido como populismo, clientelismo o parasitismo político no tuvieron oportunidad alguna para entrar y acomodarse dentro de las instituciones gubernamentales. De manera que estos tres fenómenos sociales se vieron obligados a retrasar, por así decirlo, su nada grato acomodamiento y necesariamente esperar hasta la llegada al poder del doctor Joaquín Balaguer en 1966.

De ahí en adelante, el fastidioso y repudiado germen de la corrupción administrativa no ha dejado de latir; latidos que han provocados bastante daño a la sociedad dominicana.

Desafortunadamente, para ese entonces nuestra clase política, en sus niveles alto, mediano y bajo, de manera errónea, poseía el criterio de que una vez alcanzado el poder, las instituciones del Estado eran algo así como un botín de guerra con derecho a repartición entre los militantes del partido triunfante en el proceso electoral.

Muchas instituciones públicas cayeron dentro del renglón de empresas deficitarias y, para colmo, parecía que a los gobiernos de turno para nada les preocupaba el observar que cada año que pasaba las pérdidas eran mayores que las ganancias, viéndose obligado entonces a trasladar fuertes partidas presupuestarias hacia ellas para poder así mantenerlas “funcionando”.

 

Oquendo Medina
oquendomedina@hotmail.com

El Nacional

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