Putin, de devolver a su pueblo el orgullo perdido a convertirle en rehén de sus ambiciones
El presidente ruso, de 71 años, dirige ahora un estado policial donde las leyes de guerra persiguen la libertad de expresión y reunión; se castiga con la cárcel cualquier crítica y no hay más partidos políticos que aquellos que cuentan con el beneplácito del Kremlin.