Toda medida
Toda medida recorre lo ordinario: se mezcla al polvo, gime bajo la madrugada fría, embota la memoria, acompaña el vuelo del colibrí o estalla de alborozo cuando nace un niño. Pero toda medida es también cómplice de la sombra: se transmuta, se subvierte, esclaviza; se vende al mejor postor; se cuela, yergue y escapa.