Editorial

Eufemismo

Eufemismo

Los acuerdos bilaterales firmados entre Estados Unidos y República Dominicana para fomentar la seguridad y  combatir el narcotráfico y la trata de personas pueden ser muy saludables. No se puede negar. Sin embargo, para una idea más acabada es necesario que se detallen los términos de los convenios.

Eso de acuerdo bilateral, que fue la frase empleada por la secretaria de Seguridad, Janet Napolitano, es un eufemismo, un término diplomático. No hay que hacer siquiera grandes esfuerzos para saber que la funcionaria llegó al Palacio Nacional con el borrador en las manos.

Se ha especulado que Estados Unidos utilizaría aviones no tripulados para perseguir el narcotráfico en el país. Pero también, y no desde ahora, que agentes de la DEA son quienes dirigen los grandes operativos contra el gran negocio de las drogas, en tanto el territorio dominicano es citado por el Departamento de Estado como uno de los principales puentes de la región para la exportación de drogas a Europa y Norteamérica.

De manera, pues, que los detalles sobre el alcance son tan importantes como los propios acuerdos. Bajo el pretexto de perseguir el narco y controlar la trata de personas no se puede tolerar que se mancille la soberanía nacional. Con todo y que la cooperación de Estados Unidos sea muy necesaria para enfrentar operaciones que no tienen otro calificativo que de criminales.

Sin arruga

La aprobación por la Cámara de Diputados sin trámite ni lectura de contratos de préstamos por 290 millones de dólares vuelve a colocar el Congreso sobre el tapete. Quizás los empréstitos son necesarios y las condiciones inmejorables, pero ha debido guardarse siquiera las apariencias.

Con la celeridad el Congreso se desacredita todavía más. No se puede dejar de traer a colación el escándalo que supuso la aprobación al vapor por el Senado del proyecto de presupuesto para este año. El comportamiento ha dado lugar a que se afirme que a los legisladores lo único que les importa son sus privilegios económicos e intereses políticos.

Si el Congreso cumpliera su función hoy no se hubiera aprobado un presupuesto complementario, sustentado en el incremento de la deuda pública, para conjurar el alarmante déficit en que se ha incurrido antes del primer semestre del año. Pero con el desenfado que se aprueban empréstitos y el aumento del gasto es posible que no haya más consuelo que encomendarse al Todopoderoso.

El Nacional

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