(1)
La necesidad humana de agruparse para unificar esfuerzos por motivos de supervivencia condujo a los seres humanos a vivir en sociedad. Es el espíritu gregario de las personas. En las primeras sociedades surgieron líderes que, por fuerza, habilidad o astucia, se erigieron como autoridades con poder sobre estos grupos humanos.
En ese sentido, la teoría del contrato social plantea el surgimiento de una sociedad civil formada a raíz de un acuerdo mediante el cual, los individuos deciden someterse a un conjunto de reglas y una autoridad comunes, que garantizan la vida armónica del colectivo, superando en cierta medida su estado primitivo donde imperaba la ley del más fuerte, sin garantías de estabilidad social.
Para Yanes “El Estado se constituye porque los seres humanos buscan unificar los esfuerzos aislados y dispersos con el objetivo de lograr intereses comunes como la paz, la seguridad, formas de defensa ante el ejercicio del poder, como los derechos, por ejemplo, en definitiva, una mejor forma de vida”. Teniendo como antecedente la sociedad primitiva y la evolución subsiguiente aparece el Estado moderno.
Con las revoluciones liberales surgió el modelo representativo fundado en la elección de gobernantes en intervalos regulares, la toma de decisiones por mandato a cargo de estos representantes, el reconocimiento de derechos y libertades públicas, y la deliberación pública.
La Constitución recoge o debe recoger la ordenación de tales elementos conforme a la voluntad de todos o de la mayoría de los ciudadanos. En ella se expresa el poder artificial del pueblo organizado para ser ejercido “por uno o varios miembros del grupo, jurídicamente calificado para actuar y decidir por el colectivo”, sea mediante procesos electorales u otros mecanismos establecidos en la norma fundamental y normas secundarias .
En tal sentido, se advierte que “la elección no es el único método para la designación de gobernantes, aunque sea el único democrático, y, al mismo tiempo, tampoco es el único procedimiento para generar representación y, por ende, legitimidad. Si la representación descansa en la semejanza, cualquier procedimiento que permita generar dicha semejanza puede producir representación.
Así, en una sociedad tradicional, la continuidad en el ejercicio del poder, las tradiciones, la religión o las costumbres pueden generar esa semejanza y, por ende, producir representación”. Incluso en las democracias, piénsese en la conformación del Poder Judicial, el hecho de que la designación de los jueces se haga por procedimientos distintos a las elecciones no les resta legitimidad.

