Articulistas Opinión

Extraña elección

Extraña elección

Elvis Valoy

Llama poderosamente la atención y concita un manto de incertidumbre, la elección por aclamación del ministro de Relaciones Exteriores Roberto Álvarez como presidente del quincuagésimo tercer Período de Sesiones de la Asamblea de la Organización de Estados Americanos (OEA), pues el nombramiento ocurre en el marco del desatino entre el país y Canadá por la oficina de ayuda a la policía haitiana.

En esa designación el país no gana, pues Roberto Álvarez se maneja con una agenda que nada tiene que ver con los intereses de la República Dominicana en el escenario internacional; sin brújula y sin planes a la vista que beneficien la nación, el jefe de la diplomacia dominicana opera con una agenda que parece personal y que luce ser usada como trampolín de ascenso individual en los organismos internacionales.

Imitando las difíciles volteretas que Álvarez realizaba mientras se desempeñaba como bailarín del prestigioso ballet de la profesora Magda Corbett, y equidistante de los intereses nacionales y mundiales, éste llegó a plantear al principio del gobierno del presidente Luis Abinader el traslado de la embajada dominicana de Tel Aviv a Jerusalén, acción únicamente ejecutada por poquísimas naciones genuflexas frente a Estados Unidos.

Luego de ese desaguisado que se quedó sólo en amenazas, el ministro del MIREX volvió a su «militancia pro ONU», y asumió un discurso bélico e injerencista que propugnaba por una «poderosa intervención» militar en Haití, que fue rechazada tajantemente por las naciones poderosas que le huyen como el diablo a la cruz a otra MINUSTAH (ni en Malí quieren a la ONU).

Sospechoso es que aún sin asumir del todo su presidencia en la OEA, Álvarez inmediatamente señalara que pondría en agenda el “caso de Nicaragua”, dejando fuera a Ecuador y Perú, queriendo significar que «al son que me toquen bailo».