Hay que ser audaz y falto de tacto para lanzar una aspiración de dirigir la nación ocupando una posición en el Gobierno, cuando en la mayoría de las instituciones sus servicios están en franca descomposición. A casi cinco años de mandato se ve que no se han cumplido las expectativas, y el pueblo comienza a apreciarlo. Ya es visible esa falta de ganas, esa pereza en gran parte del funcionariado que le impide solucionar, no todo lo que implica el cambio prometido, ¡que es mucho!, sino la incapacidad para unir voluntades y ejercer el poder sólidamente unidos y no de espaldas unos y otros.
El 27 de mayo de 2025, el Listín Diario editorializó: “Burócratas que se olvidan del pueblo”, opinión esta que es un retrato hablado; y agregó: “la negligencia institucional se ha convertido en una práctica consuetudinaria….”. Esa molicie de los funcionarios aspirantes que se han recostado en el Presidente, cuyo estilo coloquial, aunque no logre diferenciarlo del sello oligárquico y la fuerte indiferencia con la marginalidad que arrastra el Gobierno, por ese personal y grupal sentido de la división clasista, sin embargo, su poder político es decisivo y determinante.
Entonces, en medio de tantas vulnerabilidades acumulándose en la población, y un oficialismo que ha devenido en esfumarse en gestos y palabras, espigar una candidatura a destiempo y con pocos logros que exhibir, es sólo propio de audaces.
Toda esta suerte de “multipolarizacion” de aspirantes en medio de una tupida y crecida maleza que cubre las ruinas silentes en que están muchas obras públicas, es un grave error de perspectiva, típica de la inexperiencia de Estado. ¡Luego las jeremiadas!.
Pero agréguese a toda esa degradación de la acción pública las complicidades ruinosas con estamentos de corrupción y descomposición social tipificados en esa familia política como herencia maldita. El firme empeño para obtener la permanencia parece basarse en esa realidad descrita; también esa suerte de “cruce del desierto” solo superable a “papeletazos” limpios y regalos de bienes públicos. ¡Líbrennos los cielos!