Opinión Articulistas

Feminicidio y ley

Feminicidio y ley

Susi Pola

Especialistas en legislación penal y construcción de leyes que analizan las propuestas de Código Penal presentadas anotan la falta de técnica jurídico-legal en el proceso de formularlas que las alejan de principios y conocimientos.

En general y respecto a todos los temas, un código penal moderno se obliga a proteger a la sociedad y respetar los derechos fundamentales de las personas y, en ese sentido, todas las propuestas utilizan la punición exagerada y ciega en áreas de resistencia sociocultural, como el caso de los derechos sexuales y derechos reproductivos, mientras desprotegen aquellas que refieren a la corrupción, daños al medioambiente y de origen tecnológico, etc.

Además, hay un desfase permanente con la propia Constitución que estremece.
Como ejemplo el país acaba de pasar una semana en la que se ejecutaron cinco mujeres por violencia basada en género, en feminicidios como última escalada de violencias extremas no necesariamente denunciadas al sistema formal, pero si registradas en el entorno social de ellas, que salen a la luz cuando ya es tarde.

En un país como el nuestro con altos índices de violencia basada en el género y feminicidios en la región, llegando a ocupar los primeros lugares en incidencia, no es posible que tengamos propuestas de reformas al Código Penal, como las que tenemos sin que se estremezca la razón.

Las propuestas, desde desconocer el feminicidio y asumirlo como un “homicidio agravado”, hasta igualar inapropiadamente la violencia hacia las mujeres con violencia contra hombres, muestran una ignorancia absoluta por el conocimiento de un fenómeno penal reconocido y estudiado en los últimos 50 años minuciosa y científicamente por la sociología, la medicina y otras disciplinas.

El feminicidio, establecido en el imaginario social dominicano desde comienzos del milenio aún no ha sido tipificado legalmente aquí porque existe una resistencia a entender que es un crimen cometido solo por hombres contra mujeres, por el hecho de ser mujeres, como última acción de la desigualdad de poder que determina violencia y muerte para las mujeres.

Si un país donde se matan por este concepto, más de 200 mujeres anualmente, decide ignorar la violencia basada en el género contra las mujeres -hasta la palabra género que la identifica- en nombre de la teocracia que terminó en el Renacimiento, se hunde en lo más profundo del crimen contra la mitad de sus habitantes.

Es importante que el Congreso político dominicano sepa que el pueblo exige experticia imparcial y conocimiento.
Ese es su trabajo. No inventar y distorsionar.