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Feminicidios y causas

Feminicidios y causas

Susi Pola

El sociólogo y matemático noruego, Johan Galtung, plantea el triángulo -isósceles- de la violencia social, agrupándola en tres clases que ubica en cada uno de los ángulos, explicando que, la Violencia Directa, ubicada en el vértice superior del mismo, es la única visible: son los hechos consumados que se ven y mueven las noticias.

Para Galtung, pacifista de larga data, ganador de un Premio Nobel y del Premio Gandhi, mediador en más de 40 conflictos violentos en el mundo, catedrático del tema y con más de 50 libros publicados, así como más de mil artículos, las otras dos violencias son la Cultural y la Estructural, ubicadas en la base del triángulo, no se ven a simple vista. Son invisibles porque no aparece nadie que se pueda responsabilizar.

La Violencia Cultural o simbólica, legitima el uso de la violencia toda, la Directa y la Estructural. Ante los crímenes sucedidos siempre habrá alegatos que expliquen ya sea “su pertinencia” o su justificación.

La Violencia Estructural, refiere a la injusticia social que está encajada en las estructuras de la sociedad, que impide la satisfacción de las necesidades básicas de una buena parte de la gente, una fuerza invisible que, simbólicamente, también, se justificará. Los juicios binarios que apoyan la existencia de las inequidades, como: “…la pobreza siempre existió…”, “…los negros si no la hacen…”, “…las mujeres en la casa…”, “los niños obedecen y punto…”, “…los homosexuales son pervertidos…”, etc. Es decir, tenemos como “normal” que exista pobreza, diferencias raciales y étnicas, que los niños/as no tienen nada que decir, solo obedecer, que la orientación sexual diferente es depravación, etc.

Según Galtung, las tres violencias están estrechamente conectadas y se retroalimentan y la Directa, la que se ve, los feminicidios, por ejemplo, no es la peor, porque es el resultado de la estructura y la cultura social que si están ahí, produciéndola y validándola en el imaginario.

Esa aprobación de una estructura inclusiva, en la que, hay una diferencia de poder, aprobada simbólicamente por nuestra cultura estereotipante, controladora, normalizadora, binaria, mítica y discriminadora, genera continuamente violencia social, y de ella, el fenómeno de la violencia basada en el género contra las mujeres, como propuesta unilateral de una mitad de la humanidad a la otra mitad.

Entonces, mientras no se desestructure ni se cambien símbolos, actitudes, prácticas y conocimientos discriminadores, seguirán asustándonos tantos feminicidios como los de los últimos dos meses.

Si no cambiamos el pensamiento y ejercicio de excluir, seguiremos viendo morir mujeres por ser mujeres. (¡Ah! Galtung, no es feminista)