Editorial

Frenar desorden

<P>Frenar desorden</P>

El proyecto de Ley General de Salarios debería ser  aprobado por el  Congreso tal y como fue elaborado por el Ministerio de Administración Pública porque su normativa  procura  desterrar la discrecionalidad e inequidad en la  asignación de  sueldos a nivel oficial.

Ese estatuto sirve como un marco general sin estatuir sobre  topes  específicos, aunque sí establece tipos de reglamentaciones basado en  el criterio único de que en el Gobierno central ningún funcionario puede percibir un salario mayor al devengado por el Presidente de la República.

Dicho de otra manera, esa ley pondría  fin al desorden en la asignación de sueldos y salarios en la Administración Pública,   donde se  conocen casos de funcionarios   de ministerios y dependencias menores que ganan  cientos de miles de pesos, mucho más que  sus iguales en organismos del mismo nivel.

A lo que se aspira es al cese de los irritantes privilegios o discriminaciones  en la escala general de salarios, que se lograría con la aprobación de una ley que reglamente ese aspecto de manera general y particular.

El ministro de Administración Pública, Ramón Ventura Camejo, ha dicho que  esa ley  fue consensuada a través de talleres patrocinados por esa institución  y el Consejo Nacional de la Reforma Estatal (Conare), lo que garantiza que su elaboración ha contado con todas las previsiones  de lugar.

El proyecto  contempla   reglamentaciones específicas para instituciones oficiales que por su incidencia técnica y nivel de competitividad y conocimiento de sus servidores, requieren de  abordajes especiales,  como serían los casos  del Banco Central, Banco de Reservas, Dirección General de Impuestos, entre otras.

En todos los casos referidos a sueldos y salarios en la Administración Pública, el estatuto de referencia eliminaría la discrecionalidad en la asignación de los montos por parte de ministros, gobernadores o directores, lo que  evitaría  discrimen o privilegios.

Al Congreso no le queda de otra que  aprobar esa ley sin modificaciones engañosas, porque urge frenar el desorden y el irritante cuadro de desorden que prevalece  en la Administración Pública a nivel salarial, donde  una camada de funcionarios y relacionados  se creen con derecho a repartirse un botín por vía de sueldos inflados y otras formas de privilegios.

El Nacional

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