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Gobernanza y disciplina

Gobernanza y disciplina

Rafael Méndez

Es un eje transversal: No hay mención explícita ni reflexión crítica sobre dos actores determinantes del sistema educativo dominicano, la Asociación Dominicana de Profesores (ADP) y la Cooperativa Nacional de los Maestros (COOPNAMA).

En los documentos de política pública, especialmente aquellos que trazan el horizonte de un sector tan estratégico como la educación, lo que se omite es tan revelador como lo que se incluye. La “Hoja de ruta del Ministerio de Educación 2025–2028” se presenta con ímpetu técnico y promesas de transformación, pero al examinar detenidamente, resalta una ausencia inquietante: no hay mención explícita ni reflexión crítica sobre dos actores determinantes del sistema educativo dominicano, la ADP y COOPNAMA. La omisión no es fortuita, y mucho menos neutra.

Ambas estructuras —el sindicato y la cooperativa magisterial— han jugado un papel crucial, para bien y para mal, en la vida del magisterio y en las dinámicas del sistema educativo.

Excluirlas de cualquier análisis o proyección estratégica es desconocer su poder real, su capacidad de influir, condicionar o incluso bloquear procesos de reforma. Por tanto, más que una omisión técnica, estamos ante una elisión política, que empobrece la visión integral que debería tener cualquier proyecto de transformación educativa con pretensiones de seriedad y profundidad.

El discurso de modernización y eficiencia que recorre el documento oficial parece flotar por encima de la historia reciente del sistema educativo dominicano.

No hay una sola línea dedicada a examinar críticamente el rol que han jugado la ADP y COOPNAMA en los últimos veinte años: ni sus responsabilidades compartidas en el deterioro institucional del sistema ni su resistencia activa o pasiva a los cambios estructurales. Este silencio no es menor, y traiciona una falta de voluntad para confrontar con valentía los nudos de poder que obstaculizan el avance de una educación verdaderamente transformadora.

A esta omisión se suma una problemática recurrente que afecta directamente la calidad de la enseñanza: la tendencia de la ADP a recurrir de manera sistemática a la paralización de la docencia como primer recurso en sus demandas.

Esta práctica, que contraría las mejores políticas gremiales que establecen la huelga como último recurso, genera interrupciones constantes y significativas en el calendario escolar, afectando gravemente el proceso de aprendizaje de los estudiantes.

Más allá de las convocatorias de la ADP, se observa una preocupante proliferación de paralizaciones a nivel de centros y secciones, iniciadas por motivos triviales, lo que mina aún más la disciplina y el compromiso.

Por: Rafael Méndez
rmendez@gmail.com

El Nacional

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