Opinión

Había una vez

Había una vez

Oquendo Medina

Había una vez un partido político disciplinado que solía ser envidiado por todas las otras organizaciones políticas del entorno, debido a su comportamiento ejemplar y respeto absoluto a la sociedad.

Sus miembros sentían orgullo de pertenecer a él. Mientras que sus adversarios pasaban los días y las noches, los meses y los años, tratando de ridiculizar y desvalorizar la nueva forma de hacer política que esa organización estaba implementando a todo lo largo y ancho del territorio nacional y más allá. Y así fue. Pero, lamentablemente, con la desaparición natural de su líder las cosas empezaron a cambiar para mal de manera tan inestable como vertiginosamente inesperada.

Con el paso de los años empezaron a identificarse con los demás y sin darse cuenta (o tal vez sabiéndolo) quedaron atrapados por el desgraciado encanto de la embriaguez del poder.

Entonces empezaron a discutir y a pelear entre ellos. Tanto así que hasta se atrevieron a ignorar y violentar sus propios acuerdos.

Ellos mismos se empujaron y cayeron en un pozo profundo. Tan profundo que la estrella cambio de color. Y como era de esperarse, surgieron voces de la cercanía de Don Juan pidiendo que algunas personas, por lo que más quisieran, olvidaran pronunciar el nombre del fundador del partido para que así le permitieran descansar en paz.

El Nacional

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