Desde hace más de dos lustros, los haitianos ilegales ocuparon pacíficamente una porción del territorio nacional en Verón, Bávaro y Punta Cana, y luego del discurrir del tiempo, se han convertido en unos intrusos violentos que desafían y agreden a las autoridades, como si el ghetto donde están hacinados, fuera una zona liberada y perteneciera a Haití, lo registrado en Kosovo, donde los albaneses desalojaron a sus habitantes y fundaron una nueva República.
Ahora se plantea la pregunta, si en Punta Cana y sus vecindades, se perdió el principio de autoridad y se generó el reinado de las hordas haitianas, en desmedro de la parte oriental de la isla, mientras se alzan voces de cada rincón del país para que recuperemos nuestro espacio de un invasor que se ha tornado agresivo y seguirá aumentando su fuerza en la medida que se apodere de más comunidades, pues están todas las regiones en cantidades que no se pueden cuantificar, y siguen llegando con la complicidad de unos traidores dominicanos.
Sin proponérselo abiertamente, los Estados Unidos, Francia y Canadá están logrando su propósito de instalar campos de refugiados haitianos, y así, despejar la carga de sus responsabilidades frente a la nación más pobre del hemisferio, donde cada día se hunde en una crisis de ingobernabilidad, dejando a los pandilleros bien armados, el control de alrededor del 90 por ciento de Puerto Príncipe, la capital de Haití.
Nuestro país no puede ni debe echarse encima la gran carga de los problemas de Haití, pues tenemos cinturones de miseria y muchas falencias que sobreviven gobierno tras gobierno, mientras los prohaitianos disfrutan el desarrollo de un plan macabro para doblegar las instituciones y que ondee la bandera de los invasores, y sea sepultada la identidad de nuestros nacionales, vapuleados y asesinados en múltiples localidades, donde los haitianos son mayoría.
La localidad de Friusa es el retrato para describir la invasión haitiana, dado que las propias autoridades no pueden controlar los desafueros de las huestes allí asentadas, algo muy lastimoso para la República Dominicana, dado que los turistas que llegan al país encuentran haitianos por doquier, y ahora son la cara de este lado de la isla.