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Haití y robo de ganado

Haití y robo de ganado

Hugo Ysalguez

Los robos de ganado cometidos por los haitianos que incursionan por la frontera es sistemático, recurrente y constante, y no parece que ninguna autoridad esté presta para impedir tales acciones delictivas, pese a que la línea limítrofe está supuestamente sellada, al extremo de que ha cesado el tráfico de ilegales, drogas y la trata de personas por la presencia de alrededor de 12 mil soldados del Ejército.

Un analista político comentaba, en forma jocosa, que la frontera está sellada con sellos postales, dado que no hay ni observa restricciones que reduzcan el vandalismo de las hordas haitianas que actúan impunemente, sin un freno que las detenga, ocasionando múltiples perjuicios.

Ahí el está el drama de las parturientas haitianas que cada día siguen aumentando el número que ingresan a los hospitales públicos, alumbrar sus criaturas, quedándose en el país ilegalmente tanto las madres como su hijo o hija, logrando en muchos casos, suplantaciones de identidades.

Y los guardias fronterizos están ciegos que no ven la protuberancia del abdomen de las haitianas embarazadas, un estado fácil de identificar, a los fines de impedirles la entrada al país, y no saturen los centros de salud de los pueblos fronterizos, Santiago y el Gran Santo Domingo, ocasionando gastos cuantiosos de los recursos del Estado.

La barbaridad de los ladrones haitianos que el ganado lo trasladan en grupo de reses a su tierra, para seguir allí ordeñando vacas o venderlo por libras, y otras veces sacrificando los animales en los mismos potreros de sus propietarios.

Y los productores pecuarios siguen a la espera de una autoridad que le ponga cascabel al gato. Haití, con la protección de la Organización de las Naciones Unidas y determinadas potencias, continúa rumbo incontrolable, sumido en el caos y la anarquía, donde las reglas son establecidas por grupos crimínales que, a su vez, respaldan los desmanes de sus connacionales, por lo que no hay forma de detener a los cuatreros haitianos y sus secuaces.

Son muchos los acuerdos firmados por el gobierno dominicano y lo que queda de autoridad en Haití, para crear un clima de seguridad fronteriza, pero tales conveniencias son letras muertas debido a que un estado colapsado carece de ordenamiento jurídico, sin instituciones como el Poder Judicial para imponer sanciones a los culpables de hechos punibles, dando lugar al imperio del salvajismo más espantoso y más execrable que existe en América y el Caribe.