Editorial

He ahí a tu madre

He ahí a tu madre

Esa mujer, centro de la familia, ha sido blanco de angustia

Plazas, tiendas y comercios exhiben sus mejores ofertas sobre todo tipo de  artículos de uso y consumo en consonancia con la celebración hoy del Día de las Madres, cuando la familia se reúne para  expresarle amor,  gratitud y presentar respeto a esa mujer reflejo vivo de María.

El consumismo promete que despertará en la matrona esa anhelada expresión de alegría que exhibe en su divina sonrisa, pero un buen hijo sabe que la felicidad en una madre se conquista con cálido abrazo y fervoroso beso como expresión de ternura filial.

Esa mujer, centro de la familia, ha sido blanco de angustia e incertidumbre causado por una pandemia que ha provocado más de cuatro mil muertos en República Dominicana y por la guerra entre Rusia y Ucrania, cuyos efectos agravan la crisis económica global y el desbordamiento inflacionario.

La madre absorbe con mayor intensidad el caudal de ansiedad   y el temor ante el incremento de la inseguridad ciudadana, un escenario de zozobra que la convierte en guardiana a todas horas de la integridad de los suyos, lo mismo que hizo María para preservar la vida del Redentor.

No resulta ocioso reiterar que de las madres son todos los días,  así como el imperecedero recuerdo de sus hijos y descendientes ha de sobrevivirle a la muerte, por lo que hoy resulta fecha apropiada para depositar una flor ante la morada de la progenitora fallecida.

¡Que lluevan todos los regalos  hacia el regazo de la madre, sin valor  de etiqueta,  en el entendido siempre de que  el caudal de amor, admiración  y la devoción que le imprime  el buen hijo no tiene precio!

Al Gobierno y al Estado corresponde renovar compromiso de trabajar intensamente  para  garantizar a todas las madres dominicanas y sus familias el derecho  a vivir  al resguardo de una sociedad justa donde impere justicia, seguridad, acceso a la alimentación, al trabajo, a la vivienda, a la salud y a la educación.

El Nacional expresa hoy y siempre respeto, admiración y gratitud ante  ese ser dotado de la gracia divina de la procreación  que todo buen hijo debe atesorar cual réplica de la Virgen. “Hijo, he ahí a tu madre”.

El Nacional

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