El amplio respaldo que encontró la huelga convocada en San Francisco de Macorís en demanda de obras representa un crudo mensaje al Gobierno. La militarización no impidió que el comercio, el transporte y la docencia se redujeran a su mínima expresión.
Al abordar la convocatoria el presidente Luis Abinader la calificó de extraña bajo el alegato de que las demandas habían sido satisfechas. Lejos de negociar con los promotores las autoridades optaron por la intimidación bajo el pretexto de prevenir desórdenes o atentados a la propiedad.
Aunque San Francisco de Macorís está entre las localidades que lideran la realización de huelgas, el respaldo al movimiento de ayer plantea sus disyuntivas. La gente, o se identifica con las demandas o simplemente ha querido manifestar su insatisfacción con la obra de Gobierno. San Francisco de Macorís, paradójicamente, es uno de los municipios donde el partido oficial ganó las elecciones con amplio margen.
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La huelga en reclamo de la terminación del hospital San Vicente de Paul y la avenida Circunvalación, que se iniciaron durante la gestión del expresidente Danilo Medina, fue convocada por el Frente Amplio de Lucha Popular (Falpo), en principio por 48 horas.
Una anterior convocatoria fue dejada sin efecto gracias a la intervención del senador Franklin Romero, pero esta vez parece que no aparecieron los interlocutores o que los huelguistas estaban decididos a demostrar su capacidad de fuerza. Al margen de los factores el paro no se puede subestimar.