Editorial

 Inaceptable

 Inaceptable

 Aunque se diga que un asalto se perpetra en cualquier metrópolis, no es común que dos individuos que se desplazaban en una motocicleta atraquen a punta de pistola a un grupo de veinte médicos extranjeros  en una de las intersecciones más concurridas de Santo Domingo.

Más grave aún  fue que los antisociales  primero asaltaron a un  grupo  de los galenos que caminaban por la avenida Máximo Gómez, a quienes despojaron de  todo lo que llevaban y luego muy tranquilamente  alcanzaron a sus otros colegas que iban por la avenida Bolívar, próximo al templo Los Mormones, a quienes también  atracaron.

Los odontólogos, miembros de  la Fundación Médica G3, de la Universidad de Utah, que participan en operativos médicos auspiciados por la oficina del senador Reinaldo Pared Pérez, pasaron el susto de su vida cuando uno de los antisociales  amenazó con dispararles.

“Uno de ellos me puso la pistola en mi cabeza y me dijo:   Te mato si no me das los relojes, los iPad, las tarjetas, dinero y anillos…”, narró Ken Dibble, uno de los galenos estadounidenses que llevan diez años consecutivos de visitas al país  para prestar sus valiosos servicios humanitarios de manera gratuita.

Aunque esa acción se inscribe  entre los muchos atracos, asaltos y robos agravados que se perpetran a diario en cualquier parte de la geografía nacional, en ningún modo puede presentarse como un hecho de simple policía, pues se trata de un acto tan grave como los demás, que también causa daño a la imagen de República Dominicana en el exterior.

Llama la atención que los dos antisociales que  atracaron a un primer grupo  compuesto por  siete  hombres y una mujer, perpetraron un segundo  asalto  contra  nueve hombres y una mujer, a pesar de que un vigilante privado alertó sobre  la acción vandálica, lo que indica que los sujetos  habrían planificado  su fechoría.

Es claro que la Policía y los organismos de inteligencia del Estado  deben movilizar cielo y tierra para localizar y apresar a esos vándalos para que paguen no sólo por lo que  hicieron, sino también por la desgracia mayor que pudo ocurrir cuando un  antisocial  apuntó su pistola sobre  sus víctimas.

Lo menos  es que antes de que los veinte galenos retornen  a Estados Unidos, las autoridades, con las correspondientes disculpas, puedan retornarles sus pertenencias  e informarles que los delincuentes ya están tras las rejas.

El Nacional

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