Editorial

Injerencia

Injerencia

Al embajador de Estados Unidos, Raúl Izaguirre, se le atribuye  anunciar que  esa nación contactará a la Organización de Estados Americanos (OEA) “para que verifique los votos  de los comicios a  celebrarse el próximo 20 de mayo”, lo  que en el menor de los casos significaría una declaración diplomática muy cercana a la injerencia política.

No se entiende por qué  Washington tramitaría tal solicitud si se sabe que la Junta Central Electoral (JCE) ha firmado un acuerdo con la OEA para que esa organización interamericana asuma el papel de observador de los comicios, audite  el padrón electoral y ofrezca entrenamiento a  delegados políticos.

 Falta saber si  el propio embajador o el Departamento de Estado ha informado a la Cancillería dominicana sobre la decisión política de Estados Unidos de solicitar a la OEA que “verifique los votos” de las elecciones  presidenciales, porque se supone que  al menos ha debido cumplirse con esa elemental cortesía diplomática.

Es difícil que República Dominicana o cualquier nación del planeta se  atreva a solicitar a una institución  supranacional que verifique los sufragios  que se emitirán en las elecciones de noviembre próximo en Estados Unidos, donde en más de una ocasión se ha denunciado la comisión de irregularidades, porque  la Casa Blanca no permitiría tal intromisión.

El propio  embajador Izaguirre admite  que la democracia dominicana marcha  hacia adelante y ha elogiado el desempeño de la JCE, que a su vez ha requerido  la colaboración de la OEA en la observación y montaje de las elecciones. Entonces, ¿por qué pedir a ese organismo que “verifique los votos”?.

La diplomacia estadounidense debería  recibir un entrenamiento de cómo  ofrecer  declaraciones sobre asuntos políticos o de Estado en naciones que hace tiempo abandonaron la infeliz condición de  países bananeros, por lo  cual deberían abordar  esos temas  con el mismo cuidado como si  prestaran servicio en China, Rusia, Francia o Alemania.

No hace falta que Estados Unidos de nuevo  exprese voluntad injerencista al solicitar, según se atribuye al embajador Izaguirre, que la OEA supervise la emisión de los sufragios en las elecciones de mayo 20, porque  las autoridades competentes de la JCE ya  solicitaron  esos servicios de manera voluntaria y soberana.

La democracia  dominicana   ha madurado y consolidado lo suficiente como para que  el Tío Sam deje de preocuparse y permita que  las instituciones nacionales caminen por propios medios, sin ningún tipo de injerencia externa.

El Nacional

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