Al primer ministro Evans Paul, quien visitó ayer el paso fronterizo entre Juana Méndez y Dajabón, se le atribuye anunciar que Haití prohibirá a partir del viernes el ingreso de 33 productos desde República Dominicana, incluidos huevos y pollos.
Aunque no ha sido comunicada a autoridades dominicanas, se afirma que la intempestiva medida fue anunciada en creole por Paul mientras observaba junto a otros funcionarios el regreso voluntario de haitianos que no lograron registrarse en el Plan Nacional de Regularización.
Por tratarse de un anuncio atribuido al primer ministro haitiano, la prohibición al ingreso de productos dominicanos hacia Haití debería interpretarse como una acción de retaliación derivada de la decisión del Gobierno de reanudar las repatriaciones de indocumentados.
El primer acto inamistoso fue protagonizado por el propio presidente Michel Martelly, al disponer impedimento de entrada a descendientes de haitianos indocumentados, a los que definió como apátridas, con lo cual se arrogaría la prerrogativa de imponer su propia visión sobre el alcance de la nacionalidad dominicana.
Contrario a las acciones que se atribuyen al Gobierno haitiano, las autoridades dominicanas cumplen al pie de la letra con la Constitución y las leyes en un ambiente de encomiable respeto a los derechos humanos y de comprensión de un drama migratorio que tiene su origen en la miseria y exclusión que padece Haití.
Llama la atención que el ministro Paul, según despachos de prensa, haya anunciado que la alegada prohibición, a importación de productos dominicanos entraría en vigencia este viernes durante la feria binacional que se realiza en Dajabón, lo que afectaría en lo inmediato a miles de mercaderes que habitualmente asisten a esa feria.
¿Acaso con el posible impedimento de ingreso a Haití de alimentos adquiridos por comerciantes y consumidores haitianos en ese mercado se procura provocar un incidente mayor? ¿Por qué el Gobierno haitiano no confirma o desmiente lo que se atribuye decir a su primer ministro?
Las autoridades haitianas deberían saber que impedir importación de alimentos básicos provenientes de República Dominicana perjudicaría en mayor proporción al propio pueblo de Haití, que consume esos productos a precios asequibles o competitivos. Ojalá que tal irracionalidad sea desmentida cuanto antes.