Al pesar externado ayer por el canciller dominicano porque la comunidad internacional no reacciona ante la crisis social y política de Haití, siguió la advertencia del presidente Luis Abinader de que se aplicarán medidas migratorias más estrictas ante la situación haitiana, lo que a su vez provocó una extraña y confusa reacción del Gobierno haitiano.
El ministro de Exteriores de Haití, Claude Joseph, escribió en su cuenta de Twitter lo que se interpreta como una respuesta a la advertencia del mandatario dominicano, al decir que República Dominicana vive también un aumento de la delincuencia.
Joseph dijo que Estados Unidos aconseja a sus ciudadanos reconsiderar sus viajes a este lado de la isla por el incremento de la criminalidad y de la pandemia, pero parece ignorar que una delegación de oficiales de la embajada de esa nación desmintió que se haya emitido ninguna alerta con relación al tema de seguridad ciudadana.
Equiparar el infierno que padece Haití con su versión sobre el incremento aquí de la delincuencia constituye una burda mentira y peor exageración, además de una expresión de ingratitud y cinismo, al invitar ese señor al Gobierno dominicano “a trabajar juntos para frenar el problema de la inseguridad en la isla”.
Al canciller dominicano le sobran razones para expresar pesar por la indiferencia mostrada por la comunidad internacional ante la crisis de Haití, un país dominado por más de 200 bandas armadas que controlan la mayor parte de su territorio donde imponen el terror por vía de violencia, asesinatos, secuestros y narcotráfico.
El Gobierno de Haití debería agradecer el reiterado reclamo externado por el presidente Luis Abinader ante foros internacionales para que Estados Unidos, Canadá, Francia y la Unión Europea actúen con urgencia ante la grave inestabilidad que registra ese país.
Por su estrambótica e irrespetuosa comparación sobre los niveles de delincuencia de Haití con República Dominicana, ahora se entienden las razones por las cuales el señor Claude Joseph fue obligado a dimitir como primer ministro, tras el asesinato del presidente Jovenel Moïse.
Liderazgo político, empresarial y toda la población están compelidos a respaldar de manera absoluta la posición asumida por el Gobierno dominicano ante la crisis social, política e institucional que abate a Haití, en el entendido de que en ningún escenario República Dominicana acepta compartir desgracias ajenas.