Estoy convencido de que el combate a la corrupción política en la República Dominicana de manera coyuntural como se viene haciendo, no es la manera más idónea para disminuirla a su mínima expresión o desaparecerla.

El esfuerzo debe ser más contundente, a tal punto que vaya directamente a minar las bases de las estructuras corruptas que la sustentan. El sistema político está agotado, no hay manera de salir de esto sino cambiamos estas viejas estructuras que hoy tenemos.

Está demostrado que nada pasa cambiando un hombre por otro hombre, el problema ha seguido, lo único diferente que se ha obtenido es el surgimiento de otros nuevos ricos y una larga fila en espera .

Esto se ido de las manos, la miseria y la desigualdad se han incrementado en el país, es evidente que este no es un problema del hombre, sino que es un fenómeno sistémico que se inició desde la apertura de la etapa democrática en 1966 y que debe ser cambiado de arriba abajo.

No es posible asimilar esto en pleno siglo XXI, con tantos mecanismos de prevención y combate internos y externos a disposición. Esta media isla caribeña no puede ni debe seguir exhibiendo puntajes e indicadores tan vergonzantes como lo que hemos encontrado. Leamos.

La República Dominicana permanece entre los países con más altos niveles de corrupción del mundo con una puntuación de 28 sobre 100 y ocupando el lugar 137 de 180 países analizados en un informe divulgado recientemente por Transparencia Internacional (TI).

Estos datos indican que el país está lejos de alcanzar la meta propuesta por la Estrategia Nacional de Desarrollo para el 2021, que es de 51 puntos y de 78 puntos para el año 2030, esta situación indica que no se ha avanzado en la lucha contra la corrupción y la impunidad.

Pero más aún, dentro del continente americano República Dominicana obtuvo peor puntuación que el 78 % de los países de la región, igualando en puntos con Paraguay (28 puntos) y solo mejor que Guatemala.

Por. Alberto Quezada

quezada.alberto218@gmail.com