Semana

La prensa escrita está en crisis

La prensa escrita  está en crisis

Quienes nos ganamos la vida trabajando para la prensa escrita, y quienes hemos construido nuestro universo en la contribución para la elaboración de esas pocas y finitas páginas que hoy ofrecen los diarios estamos preocupados ante una posible o inminente caída o un desplome total de ésta.

¿Desaparecerá la prensa escrita? La pregunta remite al escalofrío. Tengo la fuerte preocupación, pero no la tranquilizante y sólida respuesta. Para qué decirte que no si sí, diría una pesimista Chimoltrufia, genial personaje de “Chespirito”, ante un panorama donde todas las aristas apuntan a eso. ¿Podrá algún Chapulín de la palabra salvarla o con alguien con ingenio quijotesco?

A nivel mundial son cientos los medios de prensa escrita que se han visto obligados a cerrar sus puertas, unos; a reducir dramáticamente su personal, otros. Nada más doloroso que esto último. Quien se gana la vida con la palabra se queda mudo cuando recibe ese papel donde cesa el contrato. Una lágrima derramada por un periodista en una redacción tiene el doble de peso que una normal. Sabe más salada.

Cuando la gripe es mundial, los países pequeños debemos esperar con conformidad y resignación el consabido catarro. Medios como The New York Times o el Washington Post han hecho la transición sabiamente. Se han movido al universo digital y allí imponen calidad y estilo.

Algo hay que decir: En la prensa escrita, en lo que concierne a Latinoamérica, es más grave la crisis de credibilidad que la financiera. Y lo lamentable es que los grandes grupos económicos y los propios periodistas no hemos reflexionado sobre esto último. Como el avestruz hemos enterrado la cabeza y no hemos avizorado el fenómeno de crisis para darle una honorable respuesta.

Quienes leen la prensa escrita son los de la vieja guardia. Pocos “millennials” se aventuran a ensuciarse los dedos con eso que parece tan anticuado como el papel y la tinta. Aferrados a sus tabletas y teléfonos celulares descubren un mundo que les parece infinito, se desplazan gozosos y alborozados por las cientos de páginas e imágenes que a su disposición tienen. Allí no hay confirmación de la información, simplemente el lector se atraganta con lo que le ofrece cualquier medio. Bienvenido al reino de la “fake news”, término popularizado, irónicamente, por un constante beneficiario.

Más que lamentamos por el hecho de que se hayan alejado lectores tradicionales debemos preocuparnos cómo hacer que permanezcan y como conquistar a los nuevos que se acercan a las informaciones o que no sienten entusiasmo por llevar a las manos un periódico. Recuerda usted amable lector, ¿cuál fue el último escándalo que destapó la prensa escrita en el país?.

Todo lo tradicional está amenazado. La nueva tecnología es un tsunami, los más inteligentes están buscando la forma de salvarse, de no ser aplastados o ser hundidos por una ola a la que no vemos posibilidad de que por el momento baje de su cresta.
No hay secretos. No hay que arrimarme a la estolidez de creer que existe una fórmula mágica. Si salvarse la prensa escrita se quiere, se debe abocar a hacer periodismo interesante, que sorprenda, que haga que el lector abra la boca al darse cuenta que le hemos explicado un acontecimiento que no sabía, que hemos develado algo ante lo cual la sociedad permanecía ignorante.

Como el diablo a la cruz hay que huir del periodismo “declaracionista”. Hay que empeñarse en poner la noticia en contexto. Debemos investigar los grandes temas, poner sobre la mesa qué ha producido la pus social que genera tanto desasosiego, desequilibro social y la corrupción y su pestilencia.

Hay que ofrecer historias y reportajes que pueden sacar la cabeza en esa desigual competencia en un mundo que se decanta por lo insulso, por lo banal, por lo que no hace pensar, por esa diaria inmensidad de imágenes que ahoga a cualquiera.

Reinventarse o no, he ahí el dilema de la prensa escrita.

El autor es periodista y escritor.

El Nacional

Es la voz de los que no tienen voz y representa los intereses de aquellos que aportan y trabajan por edificar una gran nación