La comunicación social se apuntala como una de las disciplinas científicas que ha crecido con más rapidez y diversidad, espoleada por las invenciones y descubrimientos tecnológicos. Esa expansión ha abierto las puertas a nuevas fuentes informativas y, por consiguiente, a originales contenidos y géneros noticiosos, modelos de negocios en la industria comunicacional, la cultura y las competencias profesionales.
En esta posmodernidad, estamos inmersos en un filón fenomenológico y hermenéutico, que ha deparado nuevos vocablos: web, hipertextualidad, interactividad, software, hardware, fake news, chatgpt, chatbots, big data, bots y trols, blockshain, algoritmo, etc., que articulan nuevos lenguajes y otras funciones en el periodismo de alta tecnología, periodismo computacional y periodismo automatizado.
Y esos pensamientos interdisciplinarios modelan a las ciencias de la comunicación social, que se cimenta en un corpus de teorías para el análisis y la comprensión, en un objeto de estudio, un método científico para investigar y validar, y la sistematización de saberes para una mejor formación socio-cultural y abordar los temas relativos al poder y las identidades.
En su interaccionismo simbólico, la comunicología apabulla en una colectividad subyugada por la ignorancia y el morbo, y que se visualiza carente de capacidad para evaluar y depurar el alto flujo de informaciones inexactas, falaces y descontextualizadas. Se diseminan “noticias” de exigua utilidad, especialmente por fuentes emergentes, y son compartidas con más multiplicidad que las informaciones veraces.
¿Cuáles son las viejas fuentes informativas?
Las fuentes tradicionales son el Palacio Nacional, el Congreso Nacional, el Poder Judicial, las Altas Cortes, la Policía Nacional, los ministerios e instituciones gubernamentales, los líderes políticos, los empresarios, directivos sindicales, gremios profesionales, grupos Comunitarios y Ong.
¿Y las fuentes emergentes?
Estas fuentes -genuinamente las sociopsicofenomenológicas, se montan en las innovaciones tecnológicas y, sustancialmente, en la inteligencia artificial, como son: 1) Los portales institucionales, 2) Plataformas digitales y redes sociales, 3) Fuentes ciudadanas (Testigos presenciales, compartiendo fotos y videos), 4) Bases de datos abiertas y tecnología, 5) Herramientas de inteligencia digital, 6) Comunidades virtuales, 7) Tecnología inmersiva y sensores, y 8) Inteligencia colectiva.
Ahora, ¿cuáles son las ventajas de las fuentes tradicionales? son: credibilidad y rigor editorial: medios como periódicos, radio y TV cuentan con procesos de verificación más sólidos.
¿Cuáles son las ventajas de las fuentes emergentes? Velocidad y actualidad: permiten acceder a primicias en tiempo real (ejemplo: un live en TikTok desde el lugar de los hechos) y Diversidad de voces: amplifican perspectivas ciudadanas, comunidades y expertos fuera de los grandes medios.
El reto actual está en verificar, depurar y jerarquizar la avalancha de datos de las fuentes emergentes, que naufragan en la inmediatez, la superficialidad y la ausencia de veracidad y que, lamentablemente, es lo que más consumen y usan los ciudadanos.