Como muchos de los presentes, llegaron al lugar, y siguiendo la mirada de la gente que observaba horrorizada como una niña fue “tragada” por una cloaca, Joel Casilla Rivera, y Aneudy, terminaron en la peligrosa tarea de rescatistas o “buzos de alcantarillas”.

La niña de 13 años Shailyn Villar Santana arrastrada por las aguas hasta una cloaca en el sector Lavapies, San Cristóbal, permaneció ocho horas atrapada y logró sobrevivir. Pasada las 10 de la noche las autoridades del Centro de Operaciones de Emergencia dejaron la búsqueda para retomarla a la mañana siguiente. Pero el barrio no se dio por vencido y aparecieron los dos “héroes”.

Ante las dificultades de los rescatistas profesionales para extraerla, y después de rogarle a los del COE que les permitieran poner sus habilidades para rescatar la niña y estos se opusieron, esperaron que se retiraran y se arriesgaron.

No dudaron, sabían que la niña estaba entrampada, y solo pensaron que había que sacarla, gracias a Dios, la salvaron. Penetraron la cloaca y rescataron con vida la adolescente, gesto altruista que se hizo viral, abrumador para su súbita fama.

Ahora a esperar una condecoración de algún órgano estatal o privado por su valor. Raro que la plataforma mediática palaciega no lo ha hecho. Poco ejemplar fue la actitud de los socorristas policías, bomberos, el COE, etc., por su total dejación de la obligación de finalizar la operación pues todo indica que la daban por muerta a la infeliz jovencita.

La verdad que ha sido una lección de ciudadanía la de estos dos “tígueres” del barrio sancristobalense. Pero es así, con decisiones excepcionales es que se ha construido la República Dominicana.

Fue un momento ejemplar porque humaniza al “tíguere” de barrio, a pesar que hubo uno de los dos que confesó que consume marihuana, es decir, es un “yerbero”, pero dieron pedagogía de solidaridad, de humanidad y de ejemplaridad en un país tan necesitado de ejemplos. Una señal luminosa.