Cada lugar tiene una categoría en la geografía política del país. Nuestra nomenclatura geográfica no ha sido hecha a lo loco ni es una cosa tan novedosa que conlleve esfuerzo para aprenderlo. Desde la fundación de la República, el territorio se ha dividido en provincias, compuestas a su vez por municipios y estos por secciones y parajes.
A esta división política administrativa se ha agregado el distrito municipal, que es una demarcación comprendida en el territorio de un municipio y que hará cosa de una década tiene facultad de elegir sus autoridades, a lo que mi amigo el doctor Pedro Richardson suele llamar “alcaldes distritales”. Según la ley, son directores.
Los distritos municipales no son mencionados en la Constitución de la República, ni las de antes ni la actual, la cual solo se refiere al Distrito Nacional, que es Santo Domingo de Guzmán, capital de la República y sede del Gobierno. Los distritos municipales son 235 y se producen -se reproducen- mediante leyes adjetivas, a voluntad de diputados y senadores.
En verdad, mi interés es referirme a la mala práctica de enredar las categorías políticas de las demarcaciones. Hay tendencia muy marcada a confundir provincias con municipios y viceversa. Hasta en avisos oficiales, con fondo verde, se deja ver, por ejemplo, que Hermanas Mirabal es una ciudad, la mencionan como si fuera Salcedo.
A cinco kilómetros de La Vega, autopista Duarte, desde Santo Domingo, un rótulo oficial anuncia: Santiago, Navarrete, Hermanas Mirabal. Los dos primeros son municipios, el tercero es una provincia que comprende a Salcedo (cabecera), Tenares y Villa Tapia. No hay homogeneidad en los elementos mencionados.
Más adelante, en la misma carretera, otro rótulo notifica: Santiago, Navarrete, Moca y después aparece un tercer aviso que dice: Santiago, Navarrete, Jarabacoa. En estos casos, hay coherencia, pues cada demarcación mencionada tiene la categoría de municipio. Solo Hermanas Mirabal rompe el orden, pues se trata del nombre de una provincia.
La costumbre de mencionar al municipio cabecera por el nombre de la provincia tiene especial incidencia en Monseñor Nouel y Hermanas Mirabal, lugares a los que algunos, incluidos periodistas y autoridades, citan por decir Bonao y Salcedo. Más antigua es la inclinación contraria: confundir el municipio cabecera con la provincia.
De acuerdo con esto último, algunos creen que San Francisco, Baní, Higüey, Neiba o Mao son provincias. Olvidan que se trata de los municipios principales de las provincias Duarte, Peravia, La Altagracia, Bahoruco y Valverde. Llamar a los lugares por sus nombres es necesario y sensato. Un país donde todo da igual no llega lejos.