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Libres para la dignidad

Libres para la dignidad

Susi Pola

Dice la Real Academia de la Lengua Española, RAE, que la dignidad es la cualidad propia de la condición humana de la que emanan los derechos fundamentales de las personas y que son inviolables e inalienables

Solo el hecho de ser persona garantiza el reconocimiento a la existencia, autonomía e individualidad y respeto, es decir, la dignidad ubicada como derecho fundamental, como la fuente de todos los derechos humanos.

La dignidad, no es una cualidad otorgada por alguien, es consustancial al ser humano sin depender de ningún condicionamiento ni diferencia, como raza-etnia, condición económico social, sexo-género o cualquier otra consideración. Es una verdad ontológica.

Sin embargo, el concepto de libertad es inseparable al de la dignidad y así lo explicaron grandes filósofos, como Platón, Kant y otros, porque solo quien tiene autonomía y sabe gobernarse y respetarse a sí mismo/a puede ser libre.

En sentido amplio, la libertad es la capacidad humana de actuar por voluntad propia y la RAE la define como la situación, circunstancias o condiciones de quien no es esclavo, ni sujeto, ni impuesto al deseo de otros de forma coercitiva, es decir, lo que nos permite decidir si queremos hacer algo o no.

La Declaración Universal de los Derechos Humanos, adoptada por el concierto de las naciones unidas en diciembre de 1948, empieza con un primer artículo que dice: “Todos los seres humanos nacen libres e iguales en dignidad y derechos y, dotados como están de razón y conciencia, deben comportarse fraternalmente los unos con los otros”.

Ante la realidad del avance en el mundo del enfoque de la exclusividad de derechos, a partir del poder abusivo de pocos sobre muchos, debido a diferentes fundamentalismos sobre razas, etnias, religiones, condición sexual y de género, edad, etc., las personas vivimos en una sensación de injusticia y de violencia, frente a una realidad de negación de derechos fundamentales a la mayoría.

Y esas desigualdades, repercuten directamente en toda nuestra calidad de vida porque existe una brecha entre las personas y grupos de personas en el mundo que provoca profundas diferencias en el acceso a las oportunidades de calidad de vida y determina una desigualdad y discriminación de derechos de manera permanente.

Y quizás, la más grande de todas esas desigualdades la sufrimos las mujeres, por la magnitud que representa ser mitad de la humanidad, con nuestros derechos fundamentales de dignidad y libertad, cercenados por el solo hecho de ser mujeres.

No pueden decidir por nosotras, ¿se dan cuenta?