Editorial

Lienzo de muerte

Lienzo de muerte

La tragedia acaecida ayer  en la autopista Duarte, donde cuatro personas murieron al chocar un carro y un camión tanquero, consolida el criterio de que esa vía se ha convertido en un lienzo de muerte, sin presencia de  autoridad que  al menos controle la temeridad en que incurren conductores de patanas,  autobuses,  automóviles y motocicletas.

El trágico accidente,  que se produjo a la altura del kilómetro 86, con saldo de cuatro adultos  fallecidos,  ha sido uno más de los  muchos que se reportan en esa carretera convertida en una selva de cemento, donde literalmente los vehículos grandes  devoran a los pequeños.

Difícil es localizar una patrulla de carreteras que obligue a  conductores de vehículos pesados  a transitar por el lado derecho, que impida  el tránsito de los que carecen de luces o imponga multas a los que  incurren en exceso de velocidad, por lo que para  viajar por esa autopista hay que  encomendarse a todos los santos.

A pesar de  ser la principal  carretera troncal  de la República, la Duarte adolece de  deficiencia en señales sobre el pavimento, iluminación en tramos  de curvas pronunciadas  y para colmo no  aparece un policía ni para remedio.

En vez de  ejecutar un vasto programa de prevención de accidentes, las autoridades prefirieron  construir un hospital traumatológico al borde de la autopista Duarte para recibir  las decenas de pacientes que ingresan a causa de accidentes.

Aunque el cuadro de desatención es común a todas las autopistas  y vías secundarias,   el desorden prevaleciente en la  autopista  Duarte es  descomunal, al punto que se reportan  accidentes fatales casi todos los días, sin que ninguna  autoridad diga  siquiera esta boca es mía.

Para poder asegurar mínimamente la vida de conductores y pasajeros ante el desenfreno de  patanistas, camioneros, guaguas voladoras y motoristas,  será necesario transitar por esa  carretera de desenfreno  a bordo de tanques de guerra o carros de asalto, a menos que la Autoridad Metropolitana de Transporte (Amet) o la mentada Policía de carreteras cumplan con su obligación de imponer orden.

  Héroes

Los medallistas de oro y plata Félix Sánchez  y Luguelín Santos retornan esta tarde junto a la delegación  dominicana  que participó en los Juegos Olímpicos de Londres, lo que obliga a la ciudadanía a ofrecerles una merecida bienvenida como  héroes deportivos.

Sánchez conquistó su  segunda presea dorada y Luguelín se estrenó con una de plata, por lo que merecen, junto a los demás atletas,  el más cálido recibimiento de una población que todavía festeja sus extraordinarios logros deportivos.

El Nacional

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