Opinión Articulistas

Llamado a envagélicos

Llamado a  envagélicos

Chiqui Vicioso luisavicioso21@gmail.com

Un amigo que habita en un barrio popular me cuenta horrorizado como algunos pastores evangélicos, creyendo que así se les van “alante” a los católicos, convocan a la gente a sesiones colectivas de oración en la Barahona y barrios aledaños.
Allí, violando todas las recomendaciones sobre el distanciamiento, se amontona la gente, sin mascarillas ni guantes, a orar, bajo la creencia de que el Corona Virus es una plaga divina.
Y así, sin pretenderlo, contribuyen a la pronta propagación del virus en los barrios: madres solteras con varios niños, hombres desempleados, jóvenes desahuciados, ancianos, gente sin esperanza de redención.
¿Por qué?
Porque es mucho más fácil usar megáfonos (el Dios de esos evangélicos debe ser sordo) y gritar todo tipo de predicciones apocalípticas, que organizar a la gente, pedirle que se laven rostro y manos constantemente con jabón de cuaba, que mantengan sus casas limpias, que tomen mucha agua, que cojan siquiera diez minutos de sol todos los días (vitamina D), que no tomen refrescos sino son de zanahoria y limón, todas medidas simples que previenen el Corona Virus.
Esta acción “oportunista”, es un reflejo del accionar político de las sectas más radicales de los evangélicos de ultraderecha. En todas partes le han ido ganando la batalla política a los católicos, solo hay que ver lo que paso en el Brasil, donde eligieron a un fascista porque pertenece a una de las sectas, atribuyéndoles cualidades de nuevo Mesías porque se llama Emmanuel.
¿Por qué les llevan ventaja a los católicos? Porque a diferencia de la mayoría de los sacerdotes provienen de los barrios, hablan su mismo idioma, y comparten su misma ignorancia: el gusto por la grandilocuencia y el ruido, por el chantaje del miedo a predicciones apocalípticas.
A esos pastores y pastoras también les hacemos un llamado. Si aman a sus barrios no violenten las medidas elementales de prevención contra el COVID y recuerden que la oración es siempre un encuentro intimo, y silencioso, con Dios y que el Salmo 91, cada mañana, es la vacuna que nos otorgaron los apóstoles para combatir todo mal, incluyendo el COVID.
Salmo 91
El que habita al abrigo del Altísimo
Morará bajo la sombra del Omnipotente.
Diré yo a Jehová
Esperanza mía, castillo mío
Mi Dios en quien confío
Tú me libraras del lazo del cazador
de la peste destructora.
…No temeré el terror nocturno
Ni pestilencia que ande en la oscuridad
Ni mortalidad que en medio del día destruya.

El Nacional

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