Editorial

Llegó la hora

Llegó la hora

La Policía y el Ministerio Público  decomisaron  armas caseras y otras evidencias en locales estudiantiles de la Universidad Autónoma de Santo Domingo (UASD) que  las autoridades creen serían vinculantes con el asesinato del  coronel Julián Suárez Cordero, muerto de un disparo de fusil en el rostro durante  disturbios en  el recinto universitario.

 Las escopetas denominadas “Chilena” y “Chagón”, cartuchos y pasamontañas ocupados durante allanamientos en la sede central de la UASD no sirven para impartir docencia ni como referencia bibliográfica, sino para promover desórdenes y   disparar contra blancos específicos, lo que  revela que  ese recinto ha sido usado como depósito de pertrechos por grupos muy ajenos al  quehacer estudiantil.

La Policía no recupera aún  el fusil usado para  asesinar al coronel Julián Suárez Cordero, ni ha podido  apresar al estudiante de medicina  Daciel Javier Nicasio, presunto victimario del oficial, quien ha prometido sin cumplirlo todavía entregarse a las autoridades a los fines de determinar su inocencia o culpabilidad.

Ha llegado el momento de poner fin a la recurrente situación de violencia y desorden que desde tiempos inmemoriales imponen en la Universidad Autónoma grupos estudiantiles y profesorales conectados a intereses políticos delirantes que han convertido a ese recinto en un  campamento de guerra donde la  seguridad de estudiantes,  docentes y empleados se mantiene en constante riesgo.

Estado, sociedad y propias autoridades de la UASD están compelidos a recuperar  ese patrimonio del pueblo dominicano y de la humanidad en virtual control hoy de bandas de facinerosos que se creen con derecho a imponer a sangre y fuego un estado generalizado de violencia dentro y fuera del campus universitario.

Se precisa revisar el  alcance jurídico del mentado fuero universitario, que muy lejos de su propósito de  garantizar libre ejercicio  académico, se ha convertido en patente de corso para la promoción de la violencia, corrupción y mediocridad  en la más  vieja universidad del Nuevo Mundo.

Secretaria

Cuando se ausenta, la jornada de labores se vuelve irrespirable, porque  todo el  entorno se niega a ser revisado por otras manos que no sean las suyas y los documentos se ocultan a vista  del jefe, como si hasta  el lápiz y la máquina de escribir  reclamaran  su pronta presencia.

Es en verdad un ser imprescindible  en el ambiente laboral, manantial de moderación, discreción y  sabiduría envuelta en gran talento, que suple premuras, inobservancias  o cualquier falta imputable al jefe con ropaje de infalible. Al celebrarse hoy el Día de la Secretaria, El Nacional también se inclina  reverente  ante esa profesional insustituible.

El Nacional

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