Editorial Opinión

¡Loor eterno!

¡Loor eterno!

Al cumplirse hoy el 61 aniversario del ajusticiamiento del sátrapa Rafael Leónidas Trujillo, es imperativo desinfectar la memoria nacional de falsas creencias o manipulaciones históricas que lo sitúan como el forjador del Estado moderno porque erigió edificios, creó instituciones o desbrozó caminos.

Lo que hizo Trujillo desde su ascensión por vía fraudulenta a la jefatura del Estado, en 1930, hasta el día de su eliminación física, el 31 de mayo de 1961, formó parte de su proyecto de perpetuación en el Poder, así como para la acumulación de riqueza suya y para su familia.

En América se promueven como miembros de una legión de héroes a dictadores de la talla de Gustavo Rojas Pinilla (Colombia), Tiburcio Carías Andino (Honduras), Alfredo Stroessner (Paraguay), Marcos Pérez Jiménez (Venezuela), Anastasio Somoza (Nicaragua) y Augusto Pinochet (Chile) y por supuesto, Trujillo, entre otros.
Podría decirse que durante la dictadura de Trujillo se perfiló lo que sería el Estado Nacional, pero lo cierto es que el tirano procuró siempre organizar su propio feudo del que al momento de su ajusticiamiento poseía junto a los suyos el 51 % de toda la riqueza de la nación.

Se ha dicho que el “benefactor” dispuso la cancelación mediante el tratado Hull-Trujillo (y no al revés), firmado en Washington el 24 de septiembre de 1940, de la deuda externa, ascendente a US$9,401,855.55, sin mencionar que en la misma fecha también Haití pagó sus acreencias, pero esa no es toda la verdad.

Fue una tratativa mediante la cual el dictador transfirió la deuda pública al ámbito interno y un año después cumplió con el requerimiento de crear el Banco Central como “único depositario de rentas y fondos públicos de cualquier naturaleza del gobierno dominicano”, para poder liberar los ingresos aduanales.

Presentes y futuras generaciones deben saber que Trujillo encarnó un régimen de oprobio, que se erigió en dueño de la vida y bienes de los dominicanos, a los que atormentó con la daga de la represión y del crimen, que también empleó para asesinar, encarcelar, desaparecer y exiliar.

Es por eso que los dominicanos rinden hoy fervoroso tributo de gratitud a los héroes del 30 de mayo: Antonio de la Maza, Juan Tomás Díaz, Antonio Imbert Barrera, Modesto Díaz, Pedro Livio Cedeño, Salvador Estrella Sahdalá, Roberto Pastoriza, Huáscar Tejeda y el teniente Amado García Guerrero. ¡Loor eterno!

El Nacional

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