Me refiero al avión venezolano comprado por su Estado a nombre de un particular, puesto que la Casa Blanca sanciona drásticamente a todo aquel que le venda algo a Venezuela Bolivariana. No es “el avión de Maduro”, no es “el avión preferido” de la vice venezolana, como maliciosamente pregonan ciertas cotorras repetidoras.
Es un avión del Estado venezolano valorado en unos 14 millones de dólares, que fue prácticamente secuestrado en territorio dominicano por órdenes de EEUU, mientras recibía servicio de mantenimiento y reparaciones.
Hablamos, nada más y nada menos, del trabajo sucio y determinadas órdenes del gendarme del mundo, pretendido dueño del universo, juez global de la “democracia” a su conveniencia y medida. Protagonista de la guerra global infinita y las masacres más espeluznantes de la historia moderna. Autor de innumerables fechorías, invasiones, saqueos y golpes de Estado. Padrino de Pinochet, Videla, Milei, Bolsonaro, Noboa, Bukele, Buluarte, Jeanine Añez, Lobo, Luis Orlando Hernández, Salinas de Gortari, Guaidó y de González Urrutia.
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Hablamos del imperio que bloquea por más de 60 años a Cuba y trata ahora de asfixiarla; que le hace lo mismo a Venezuela, que le robó su oro depositado en Inglaterra, se apropió de sus cuentas bancarias y sus estaciones de combustibles radicadas en territorio estadounidense; que le declara la guerra de cuarta y quinta generación a todo aquel que decida rescatar su soberanía.
Hablamos del tutor de Leonel, Hipólito, Danilo y Abinader. Del jefe supremo del CONEP y sus dueños, referente apreciado de destacados megamillonarios y operadores de la dictadura mediática mundial y local. Del PRM, PLD, FP y comparsa; y del gendarme que coloca su Comando Sur y su USAID para controlar esta plaza caribeña e intervenir militarmente a cada rato en Haití.
Con ese arsenal de perversidades en la mochila, los equipos especializados del imperio le dieron seguimiento y detectaron esa aeronave en el aeropuerto de La Isabela. Sus jefes ordenaron secuestrarla y recientemente consumaron su traslado a la Florida. Todo un robo amparado en el abuso de poder. Nada extraño, ninguna sorpresa. Algo propio de la superpotencia más ladrona y criminal de la historia moderna.
Nueva es la complicidad con el pillaje gringo a Venezuela del presidente Abinader, del canciller Roberto Álvarez y sus subalternos. Lo nuevo es usar la PGR como instrumento para encubrir cobardemente tal atraco, pues sabido es que en ningún país de la Tierra se lleva a cabo una operación de esa envergadura a espalda del Jefe de Estado. Los agradecimientos de la Casa Blanca desvelan la trama delictiva.