Evo Morales, tres veces presidente de Bolivia, sucumbió a la tentación de la ambición ilimitada de poder, ese gusanillo maldito de gula del mando ininterrumpido, y en esa sórdida pasión, inobservó, además, a los chamanes de su tribu aymara, con los cuales sesionó al inicio de sus tres mandatos en el prehistórico templo de Tiahuanaco, propiciando inintencionalmente el mismo ser derrocado el diez de este mes.
Evo obvió el kidarazgo TaquiMuyu, postulante de alternancia entre los chamanes entre dos y tres años, extrapolado al poder político con simetría de tiempo, que Evo soslayó, aguijoneado por el excesivo y peligroso culto al poder, y la corrosiva megalomanía.
En estos instantes dramáticos, angustiosos y proclives al recuerdo y la meditación que vive el referencial expresidente Evo Morales, es propicio glosar un arqueo expositor de su desempeño como un estadista logrado, en función de un legado luminoso que concretizó a Bolivia.
Bolivia, país del Altiplano andino, 90% montañas, 1.099 millón de kilómetros cuadrados, 11.3 millones de habitantes, es la economía 14 de América Latina, igual que el Estado de California, la 14 economía del planeta, la 13 del PIB en AL con US$43,987 millones. US$8 mil per cápita.
En 2010 Bolivia escaló de país de ingresos bajos a ingresos medios, informe FMI, creciendo al ritmo de la economía de Panamá 5.4% del PIB, pese a precios deprimidos del petróleo, inundaciones y sequías, tan endémicas como su cadencia repudiable de golpes de Estado militares.
Desde el 2 de noviembre de 2011, logra mantener categoría estable, peso boliviano fuerte frente al billete verde de 8.06 a 6.86.
Segunda economía gasífera del Cono Sur, once trillones de metros cúbicos, cuarto productor después de China, Indonesia y Perú. Petróleo 240.9 millones de barriles.
Depósitos de litio más grande del mundo en el Salar Uyuni, con reservas de 21 millones de toneladas en lago seco de once mil kilómetros cuadrados, combustible limpio para múltiples aplicaciones industriales, baterías, generadores y naves espaciales, vehículos eléctricos, computadoras y celulares.
Octavo productor de plomo. Noveno plata. Décimo zinc. Veinte oro. Desde 1975, primero mundial castañas. Décimo soya. Quinto puesto óptimo de negocios detrás de Paraguay, Colombia, Panamá y Perú.
Ojo, seguimiento como administrarán esas riquezas los gobiernos post-Evo.
PIB 2010 US$19,786. PIB 2019 US$46,946.
El 1 de mayo de 2006, por decreto 28,701, nacionalizó la industria petrolera y gasífera.
Deuda pública por debajo del 40% del PIB, frente al 74.3% en 2006.
Evo Morales no contrajo ni un solo préstamo con el FMI, Banco Mundial o Eximbank.
No contrajo un solo préstamo al FMI, Banco Mundial o Eximbank. Inversión pública de US$629 millones en 2006 a US$24,567 millones 2018.
Antes de iniciar sus tres gobiernos, las multinacionales recibían el 82% rentas de hidrocarburos. Hoy Bolivia recibe la mayoría.
Cuando Carlos Mesa fue presidente (7 de octubre de 2003 al 9 junio de 2005), los contratos mineros llegaban de Estados Unidos a Bolivia redactados en idioma inglés. En los gobiernos de Evo se redactaron en español. Sacó de pobreza a siete millones de aymaras.
En una ocasión, el diario londinense Financial Times calificó a Evo: “El socialista más exitoso del mundo”, obviamente desmarcándolo de Venezuela chavista, Nicaragua orteguista y Cuba castrista, tres anomias económicas.
En mayo de 2013, expulsó a Usaid, guarida de espías del imperio, símil del Cuerpo de Paz y la CIA.
El 26 de octubre de 2018, Evo festejó su 60 cumpleaños en la sede de Wall Street, explicándole a los magnates dueños del mundo, igual que hizo en Singapur Lee Kuanyeu, la nomenclatura de invertir en Bolivia, demostrando que el neoliberalismo puede coexistir con el socialismo del siglo XXI, respetando las reglas. Y lo logró.
En 2006 hizo su debut al poder con un 54% de votos. En 2009 64.25% Pachamama. En 2014 63.36%. Los últimos sondeos rechazaban 53% la reelección.
El pasado 24 de octubre Evo obtuvo 47.07% frente 36.51% Carlos Mesa.
Ahí, debió acudir a los Pachamama, confabular con ellos, y convenir rendir homenaje al kidarazgo TaquiMuyu.
El gusanillo perverso de la ambición lo descaminó, y no lo honró.
El ministro de Defensa, general Williams Kaliman no lo apresó, como antes.
Solo le susurró su conveniencia de renunciar. Por Bolivia. Se auto derrocó.
Idéntico a como hizo en 1905 nuestro presidente Carlos Felipe Morales Languasco.
Hoy, en su exilio mexicano concedido por la nobleza solidaria de su colega Andrés Manuel López Obrador, Evo Morales seguro evoca a los Pachamama, el kidarazgo TaquiMuyu, la cornucopia de riquezas que legó a su país, configurándolo un estadista como ninguno en el Altiplano, y como tampoco ninguno, hoy, en AL.
En lo abisal de su conciencia, las elucubraciones de Evo deben pendular en si la opción correcta luego del certamen del 20 de octubre fue intentar manipular los resultados, o si extender a Carlos Mesa el laurel del triunfo.
Permanecer en su país, y reservarse para una prueba electoral venidera, con el poderoso aval que le endosa el gobernante que mayores logros legó a Bolivia, junto con sus tribales aymaras, tremolando su clásica wiphala, desde el podio sacramental de Tiahuamanaco, con sus básigas Pachamamas, escuchando el trueno aymara en las calles de La Paz: ¡Evo querido, tus aymaras estamos nueva vez contigo!